EL CAMPO VENEZOLANO



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4 nov 2015

El Bufito: la obra maestra de la familia Moser en Apure

La leche de las búfalas del Hato La Guanota en Apure es la materia prima para elaborar este preciado postrecito.

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Guillermo Salas  El Estimulo   Senderos de Apure

Son muchos los nombres presentes alrededor del ya famoso Bufito, pero la familia Moser y el Hato La Guanota han sido la parte más importante de este exitoso producto.

Lácteos La Guanota ha sido pionero en el uso de leche de búfala en Venezuela, con más de 25 años de experiencia en la fabricación de quesos y dulce de leche, por lo que recientemente recibió la mención Tenedor de Oro gracias a su contribución a la industria gastronómica venezolana.

Todo comenzó en 1974, cuando el señor Pablo Moser Guerra recibió diez búfalas de Trinidad de un amigo veterinario llamado Abelardo Ferrer, para que probara cómo se comportaban en los llanos apureños y ver qué provecho se les podía sacar. 

No le dio mucha importancia a la bestia al principio, pero con el pasar de los meses notó que “mientras las vacas siempre estaban flacas, las búfalas se mantenían gordas”, así que las ordeñó y probó hacer un queso de mano.

Los resultados fueron extraordinarios. El queso tenía un sabor excelente y se dieron cuenta de que la leche había rendido casi el doble. 

De ahí en adelante, el animal que al principio no parecía interesante se convirtió en el protagonista del hato, por lo que importaron búfalas de Bulgaria e Italia, entre otros, para aumentar su producción de quesos de búfala.

A inicios de 1980 se les presentó otro problema: debían vender el queso a 20 bolívares el kilo, mientras que los quesos importados se conseguían a 22 o 24 bolívares el kilo, por lo que había que buscar una mejor rentabilidad. 

Pablo fue siempre un gran admirador del dulce de leche y en un viaje a Brasil le habían dado la receta de “el mejor que había probado”, por lo que realizó otro experimento.

Es así como nace el Bufito: animales y recetas extranjeras para producir un excepcional dulce de leche 100% venezolano. 

En poco tiempo este producto pasó a ser reconocido en San Fernando de Apure, todos en la zona lo conocían y en la entrada del hato lo vendían en una tienda para los turistas.

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En sus primeros años, el dulce se confeccionaba en la cocina de la casa de la familia Moser: “En mi casa se hacía Bufito de lunes a domingo a las 4:00 am”, recuerda muy emocionada Susana Moser de Scannone, hija de Pablo y parte integral del dulce desde sus inicios. 

En las mañanas ordeñaban las búfalas y la leche pasaba a la “bufitera”, como llamaban la cocina de su casa, donde tenían una marmita que habían conseguido especialmente para ese producto y donde lograron hacer hasta 28.000 tubos de Bufito al día.

A sus 90 años recién cumplidos, Pablo recuerda con cariño los inicios caseros del Bufito, cuando compartía diariamente con su hija y su yerno, Héctor Scannone: “Aquí se hace Bufito todos los días, se venda o se regale”, decían en ese entonces en La Guanota.

En 1987 terminaron la construcción de su actual planta (diseñada por Susana, arquitecta de profesión), a pocos metros de la casa donde vivían. 

En la mitad de la planta se producen quesos y en la otra exclusivamente Bufito. Todavía continúan usando la misma marmita que una vez tuvieron en la cocina de su casa.

Desde ese día han estado en constante crecimiento, siempre confiando en sus creaciones de leche de búfala y convirtiéndose en criadores de la bestia que tantos éxitos les ha brindado. 

En la actualidad, el Bufito se consigue en todo el país, gracias a la red Farmatodo, que desde el 2010 vende esta delicia criolla en todas sus tiendas.

En los últimos años ha surgido nueva información acerca de los beneficios de la leche de búfala frente a los lácteos vacunos. 

De acuerdo al grupo de nutricionistas de www.nutriwhitedietas.com, existen dos tipos de leche: A1 y A2, que se diferencian en una sola proteína, llamada betacaseína. 

Las leches de búfala, cabra y oveja pertenecen al grupo A2, más antiguo, con una alta similitud a la composición de la leche materna (también de tipo A2). 

Hace miles de años la leche de vaca tuvo una mutación en la betacaseína y pasó a ser de tipo A1, un nuevo tipo de leche a la que el humano no está acostumbrado y puede generar diversos trastornos en el proceso digestivo. 

Por ello, quienes tengan cierta condición respecto a los lácteos podrían plantearse el consumo de la leche del grupo A2 sin abandonar esos maravillosos antojos.

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