Gran dilema: abastecimiento o precios

TOMÁS SOCÍAS |  EL UNIVERSAL

Desde esta semana se inició el proceso de marcaje de precios, según lo establecido por la providencia de la Superintendencia de Precios Justos, de manera que todos los sectores tendrán que ceñirse a esta disposición que le da potestad al Ejecutivo a determinar tres tipos de precios que de ninguna manera podrán ser modificados por los comerciantes.

Por todo el país se han conformado equipos de fiscalización, compuestos por funcionarios del orden público, de la Sundde y del Poder Popular que se están encargando de revisar las estructuras de precios y determinar que los comercios no vendan por encima de la estructura de costos que determina esa providencia.

Con el Precio Máximo de Venta al Público (PMVP) el Ejecutivo quiere evitar ventas por encima de 30% para el productor primario y de 60% para todos los eslabones de la cadena de comercialización y distribución.

Hasta aquí, al parecer, el papel lo aguanta todo. Sin embargo ¿hasta qué punto esto será así? ¿Mejorará el abastecimiento de los productos que desde hace tantos meses no se encuentran en los anaqueles, en especial los de primera necesidad? ¿De verdad habrá precios de esos que se llaman justos? 

Son preguntas que nos surgen alrededor de la providencia que a todas luces suena a una medida de corte electoral, antes que una política tendiente a mejorar el acceso de los ciudadanos a los bienes y servicios que por derecho le corresponden.

El gran dilema que se presenta es que si estos precios, llámense como se llamen, van a garantizar el abastecimiento. Los expertos señalan que en medio de la campaña electoral y con todavía una aceptación por encima del 30%, el Ejecutivo estaría apostando a esta medida que es una especie de "mini dakazo", por que en muchos negocios y comercios no queda mucho a qué bajarle el precio.

Durante el fin de semana que recién pasó, cientos de negocios fueron visitados, varias tiendas fueron obligadas a poner ofertas entre 30% y 50% y posiblemente la gente se benefició en algún momento por una oportunidad. 

Pero ¿esta situación se puede mantener en el tiempo? La respuesta más segura es la negativa, porque la providencia no soluciona lo fundamental del asunto y es el estímulo al sector privado, el acceso a las divisas y la seguridad jurídica que juntos generan confianza para seguir adelante.

Los negocios que están funcionando, con los precios que sea, están abiertos porque sus propietarios confían en el país, sino, hace rato habrían cerrado. 

En los últimos meses, mantenerse ha sido toda una odisea para todos los sectores, precisamente por la falta de divisas oficiales, lo que obliga a muchos a recurrir al dólar paralelo.

Y ahora, es ilegal adquirir productos por medio del cambio paralelo, por lo que los sectores están de manos atadas para llenar vidrieras, mostradores o anaqueles, bien sea de alimentos o de bombillos, zapatos, pinturas de uñas, tornillos, o lo que a usted se le venga a la imaginación.

Según el Gobierno, el Sistema Marginal de Divisas (Simadi) cubrirá la demanda, pero desde que fue creado son muy pocos los que han podido obtener dólares por ahí.

Lo cierto es que seguramente la intención del Ejecutivo es la mejor del mundo y esperan proteger al pueblo de la llamada guerra económica.

No obstante, nos surge otra pregunta. ¿Por qué no aprovechar el músculo para corregir de verdad el problema de los precios y ajustarlos a la realidad? Por el bien del país, así lo pedimos.