Sembrar y Criar

Deben los gobiernos promover y procurar el desarrollo agrícola y rural mediante políticas.

PEDRO E. PIÑATE B. |  EL UNIVERSAL

En noviembre 2014 se realizará en Roma, la Segunda Conferencia Internacioal sobre Nutrición (CIN-2), una reunión intergubernamental sobre nutrición que organizan la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS). 

Su razón es que a pesar de los avances en muchos países, la malnutrición continúa en niveles inaceptablemente elevados. 

"Como los problemas globales requieren soluciones globales, únicamente una conferencia intergubernamental puede identificar legítimamente los compromisos de las partes interesadas de actuar con decisión para combatir la malnutrición".

Sobre el tema es claro que los gobiernos por sí solos no pueden resolver el problema y que las fincas y productores privados son fundamentales para producir los alimentos que los países y el mundo necesitan. 

De allí que deben los gobiernos promover y procurar el desarrollo agrícola y rural mediante políticas que permitan al sector privado invertir con seguridad en el sector agroalimentario. 

Además es necesario el concurso de las universidades y de la sociedad civil en la búsqueda de la seguridad alimentaria que todo país requiere.

De acuerdo al reto global de un mejor acceso a una mejor alimentación y nutrición para más personas, tres acciones son necesarias: 1) Vincular la agricultura, la alimentación y la nutrición a todos los niveles; 2) Invertir en nuevas ideas y modelos de entrega, y 3) Alinear las agendas y trabajar juntos en el Desafío Hambre Cero. 

Como sea que la reunión en Roma debe estimular su puesta en práctica donde el hambre amenaza, en el caso de Venezuela advertimos que el tiempo apremia. Para asegurar nuestra alimentación debe impulsarse el agro cesando las políticas que lo aniquilan. 

Así al posibilitar la inversión privada, podremos sembrar y criar en forma sustentable y costo-efectiva, recuperando el campo y la rentabilidad perdida. Además hay que reincorporar a la producción, los 5 millones de hectáreas de tierras tomadas por el Estado que hoy ociosas no producen nada.