EL CAMPO VENEZOLANO



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17 jul 2014

Piden sincerar los precios de la carne


Hugo J. Boscán  El Impulso

Ante la prolongada sequía que ha dejado como consecuencia una significativa disminución en las entregas de ganado a los mataderos para su beneficio,los carniceros recurren a las importaciones que realiza el Gobierno.
Pero esos comerciantes se encuentran con el problema de una regulación impuesta a sus ventas sin tomar en cuenta los precios que deben pagar a los proveedores.
Domingo Alberto Hernández, directivo de Asofrica, la asociación que agrupa a los propietarios de frigoríficos y carnicerías, explicó que, de acuerdo a la regulación, ellos deben comprar el kilo de carne a 49 bolívares para venderlo a 90 como máximo.
"Pero actualmente los precios originales son otros, mayores, pues el ganado en pie, en las fincas, lo venden en 55 bolívares el kilo y los intermediarios o mayorista lo colocan a los carniceros a 110 y mal podemos nosotros vender al público a 90 pues estaríamos perdiendo, y nadie trabaja para perder”, enfatizó.
Igualmente, hay que tomar en cuenta que a la carne en canal hay que reducirle 35 por ciento en huesos y pellejos que son desperdicios y por lo tanto no se venden.
Agregó que, además, ellos tienen gastos en personal, electricidad, equipos, impuestos, locales y otros que deben cubrirse para el normal funcionamiento de un establecimiento.
Informó que los mataderos no están operando a plenitud debido a la escasez de ganado, pues por diferentes motivos no les están "arrimando” las reses necesarias para su funcionamiento y por ende abastecer los frigoríficos o carnicerías y a los consumidores.
Hernández considera necesario sincerar los precios de tan indispensable alimento, que funcione la oferta y la demanda, para que su comercialización pueda normalizarse y la población disponer del producto sin dificultades y a precios aceptables.
Como consecuencia de la falta de suministro de suficientes reses a los mataderos, los comerciantes están dependiendo, en parte, de la carne procedente del exterior, en su mayoría de Brasil, como lo puede comprobar cualquier persona en los exhibidores refrigerados de las carnicerías.
Sin embargo, las cantidades que reciben no son suficientes ante la demanda por lo que cuando se las suministran se agotan en pocos días.

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