María Beatriz Parilli Ultima Hora Digital
El
deterioro de la economía nacional también ha impactado a las casas
universitarias, las cuales tienen más de cinco años con rezago en su
presupuesto, lo que ha limitado el trabajado de investigación, desarrollo
tecnológico y capacitación que llevan a cabo a través de las Facultades de
Agronomía, para impulsar el crecimiento y la autosuficiencia del sector
agroalimentario.
“Nuestro trabajo se ve afectado por dos situaciones: la limitada cantidad de recursos que se asigna para la investigación agropecuaria -siendo la soberanía agroalimentaria una prioridad nacional- y lo engorroso de los sistemas administrativos públicos para la investigación que son demasiado lentos, pesados y tardíos, y cuando llegan los recursos quieren que se ejecuten con rapidez que es inviable porque las exploraciones que hacemos son a largo plazo para que puedan estar bien orientadas”, explicó Nerio Naranjo, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
El estancamiento en el presupuesto a las universidades, ha llevado a que se reduzcan las posibilidades de realizar investigaciones, las cuales -en su mayoría- actualmente están siendo ejecutadas con el apoyo del sector privado, ya que en el área gubernamental no se ha tenido suficiente respaldo.
“En estos momentos existe el Plan Zamora, liderado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (Inia), sobre el cual estamos haciendo un esfuerzo para incorporarnos. Donde haya un escenario de recursos y participación, allí estarán las universidades porque nuestro compromiso es con el desarrollo del Estado”, dijo.
Sin embargo, reconoce que además de las dificultades económicas para llevar adelante los proyectos en el área agroalimentaria, también se ha debilitado “profundamente” la capacidad de servicio y respuesta de la universidad, donde el trabajo se ha desmotivado por la fuga de talento humano.
Naranjo espera que tanto el Gobierno como el sector privado planteen opciones para desarrollar los programas de manera conjunta, a fin ir respondiendo a las necesidades en las áreas de investigación, tecnología y capacitación, herramientas sin las cuales “no será posible el reto de alcanzar la productividad, autoabastecimiento, políticas y la seguridad agroalimentaria”.
“De todos”
El decano de la Facultad de Agronomía de la UCLA refirió que Venezuela atraviesa una dura crisis agroalimentaria, por factores coyunturales y estructurales que van desde la falta de insumos hasta la falta de precios remunerativos que estimulen la inversión en el sector agropecuario y las pocas garantías de seguridad jurídica y personal, las cuales ameritan ser atendidas con urgencia.
“Todo esto, debe ir acompañado de un eje transversal que se llama investigación, desarrollo tecnológico y conocimiento. Desde las universidades, nos ponemos a la orden ante cualquier convocatoria del Gobierno y del sector privado, para participar en la construcción y definición de políticas fundamentales e impostergables dada la crisis que vive el país”, apuntó el catedrático.
“Nuestro trabajo se ve afectado por dos situaciones: la limitada cantidad de recursos que se asigna para la investigación agropecuaria -siendo la soberanía agroalimentaria una prioridad nacional- y lo engorroso de los sistemas administrativos públicos para la investigación que son demasiado lentos, pesados y tardíos, y cuando llegan los recursos quieren que se ejecuten con rapidez que es inviable porque las exploraciones que hacemos son a largo plazo para que puedan estar bien orientadas”, explicó Nerio Naranjo, decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA).
El estancamiento en el presupuesto a las universidades, ha llevado a que se reduzcan las posibilidades de realizar investigaciones, las cuales -en su mayoría- actualmente están siendo ejecutadas con el apoyo del sector privado, ya que en el área gubernamental no se ha tenido suficiente respaldo.
“En estos momentos existe el Plan Zamora, liderado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (Inia), sobre el cual estamos haciendo un esfuerzo para incorporarnos. Donde haya un escenario de recursos y participación, allí estarán las universidades porque nuestro compromiso es con el desarrollo del Estado”, dijo.
Sin embargo, reconoce que además de las dificultades económicas para llevar adelante los proyectos en el área agroalimentaria, también se ha debilitado “profundamente” la capacidad de servicio y respuesta de la universidad, donde el trabajo se ha desmotivado por la fuga de talento humano.
Naranjo espera que tanto el Gobierno como el sector privado planteen opciones para desarrollar los programas de manera conjunta, a fin ir respondiendo a las necesidades en las áreas de investigación, tecnología y capacitación, herramientas sin las cuales “no será posible el reto de alcanzar la productividad, autoabastecimiento, políticas y la seguridad agroalimentaria”.
“De todos”
El decano de la Facultad de Agronomía de la UCLA refirió que Venezuela atraviesa una dura crisis agroalimentaria, por factores coyunturales y estructurales que van desde la falta de insumos hasta la falta de precios remunerativos que estimulen la inversión en el sector agropecuario y las pocas garantías de seguridad jurídica y personal, las cuales ameritan ser atendidas con urgencia.
“Todo esto, debe ir acompañado de un eje transversal que se llama investigación, desarrollo tecnológico y conocimiento. Desde las universidades, nos ponemos a la orden ante cualquier convocatoria del Gobierno y del sector privado, para participar en la construcción y definición de políticas fundamentales e impostergables dada la crisis que vive el país”, apuntó el catedrático.
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