María Beatriz Parilli Ultima Hora Digital
La
siembra de rubros agrícolas en Venezuela se hace en su mayoría con semillas
importadas, ya que el mercado de producción nacional se ha ido debilitando
tanto en cantidad como en calidad, por diferentes factores entre los que
intervienen el rezago tecnológico, precios pocos competitivos y las
deficiencias investigativas de algunas instituciones.
“En general, la caída de la producción de semilla certificada supera el 50%. El único que salva la situación, es el arroz. El resto de los rubros ha decaído porque la actividad de las empresas nacionales de semillas se ha venido a menos por el impacto de las políticas agrícolas”, explicó Fausto Miranda, exdirector del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), y profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
En maíz, más del 60% de la semilla nacional es importada; en sorgo, la producción nacional no es significativa e, incluso, llega a ser insignificante en rubros como caraota, frijol y algodón. En otros cultivos como raíces y tubérculos, se desconoce la calidad de los materiales utilizados, ya que no pasan por un sistema de certificación.
Peor aún es el caso del café, cacao, banano y otros frutos tropicales, con cuyas semillas existen problemas de calidad, ya que los materiales son vulnerables a los ataques de plagas y enfermedades, limitando la productividad del rubro.
“Ante la debilidad del Servicio Nacional de Semillas (Senasem) y las políticas del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), la producción y certificación de semillas ha perdido espacio. Hay alrededor de 68 cultivos agrícolas que no están amparados por un sistema de calidad. La mayoría de los materiales que se utilizan son de origen incierto”, dijo el experto.
Miranda señaló que el mercado de semillas se ha debilitado porque muchos de los precios de las semillas no son rentables para las empresas productoras, aparte de que el INIA -que antes se dedicaba íntegramente a la investigación e innovación de híbridos y variedades- ahora asumió la cadena de producción completa, pese a carecer de personal calificado. “Lo mismo sucede con el Senasem, el cual ha desmejorado mucho su calidad y desvirtuado los procesos de certificación de materiales”, acotó.
Proyecto de ley
Partiendo de este diagnóstico, los gremios agrícolas, junto a instituciones investigativas y universidades, han elaborado el proyecto de Ley de Semilla con el propósito de contribuir a fortalecer el sistema agroproductivo nacional, según afirmó el profesor de la UCV.
El experto indicó que, de aprobarse esta ley, es importante que los reglamentos que establezca no queden en “letra muerta” como ocurrió con la normativa de semillas e insumos biológicos que se aprobó en el 2002 y nunca se aplicó, “frenándose la modernización de la tecnología y estancando el sistema de producción”.
“En general, la caída de la producción de semilla certificada supera el 50%. El único que salva la situación, es el arroz. El resto de los rubros ha decaído porque la actividad de las empresas nacionales de semillas se ha venido a menos por el impacto de las políticas agrícolas”, explicó Fausto Miranda, exdirector del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), y profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
En maíz, más del 60% de la semilla nacional es importada; en sorgo, la producción nacional no es significativa e, incluso, llega a ser insignificante en rubros como caraota, frijol y algodón. En otros cultivos como raíces y tubérculos, se desconoce la calidad de los materiales utilizados, ya que no pasan por un sistema de certificación.
Peor aún es el caso del café, cacao, banano y otros frutos tropicales, con cuyas semillas existen problemas de calidad, ya que los materiales son vulnerables a los ataques de plagas y enfermedades, limitando la productividad del rubro.
“Ante la debilidad del Servicio Nacional de Semillas (Senasem) y las políticas del Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), la producción y certificación de semillas ha perdido espacio. Hay alrededor de 68 cultivos agrícolas que no están amparados por un sistema de calidad. La mayoría de los materiales que se utilizan son de origen incierto”, dijo el experto.
Miranda señaló que el mercado de semillas se ha debilitado porque muchos de los precios de las semillas no son rentables para las empresas productoras, aparte de que el INIA -que antes se dedicaba íntegramente a la investigación e innovación de híbridos y variedades- ahora asumió la cadena de producción completa, pese a carecer de personal calificado. “Lo mismo sucede con el Senasem, el cual ha desmejorado mucho su calidad y desvirtuado los procesos de certificación de materiales”, acotó.
Proyecto de ley
Partiendo de este diagnóstico, los gremios agrícolas, junto a instituciones investigativas y universidades, han elaborado el proyecto de Ley de Semilla con el propósito de contribuir a fortalecer el sistema agroproductivo nacional, según afirmó el profesor de la UCV.
El experto indicó que, de aprobarse esta ley, es importante que los reglamentos que establezca no queden en “letra muerta” como ocurrió con la normativa de semillas e insumos biológicos que se aprobó en el 2002 y nunca se aplicó, “frenándose la modernización de la tecnología y estancando el sistema de producción”.
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