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12 ene 2014

La Estomatitis Vesicular en Venezuela, enfermedad a considerar en el programa de erradicación de la Fiebre Aftosa


Medicina Veterinaria al día
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La estomatitis vesicular (EV), tal como la define la Organización Internacional de Epizootias (OIE), es una enfermedad vesicular de declaración obligatoria, que afecta caballos, bovinos y porcinos. Su etiología, igual que otras enfermedades vesiculares, únicamente puede establecerse por diagnóstico de laboratorio y su similitud clínica con la Fiebre Aftosa (FA) crea serios obstáculos en los programas de prevención, control y erradicación de esta última. (OIE, 2008).
Es bien conocido, que el agente causal es un virus de la familia Rhabdoviridae, género Vesiculovirus, que agrupa los serotipos New Jersey (NJ) e Indiana (Ind) (Mason, 1978), la morfología y antigenicidad es similar entre ambos serotipos, así como las lesiones que producen en animales susceptibles (Zhou et al., 2001 citado por Anguiano et al (2006).
Ambos serotipos se identificaron por primera vez en los Estados Unidos de América en los años 1925 y 1926; el serotipo Ind fue descrito en equinos en el estado de Indiana y el serotipo NJ en el estado de New Jersey (OIE, 2008). En Suramérica, según Hanson (1952), aparece por primera vez en el año 1939, en la región de la Plata en Argentina, produciendo una epizootia en caballos y bovinos. En Venezuela se presentó en 1941 en el estado Barinas afectando vacas, caballos y cerdos, siendo ésta la primera vez que se reportaba la enfermedad en cerdos y en Colombia, según Morilla, (2003) aparece en cerdos en el año 1943.
En Colombia y Venezuela se presentan los serotipos NJ e Ind-1, siendo el serotipo NJ el más importante económicamente, por causar la mayoría de los casos clínicos; su período de incubación es menor y su patogenicidad es mayor que la producida por el serotipo Ind (Hanson, 1952).
Colombia reporta cada año cientos de brotes de la enfermedad. El grupo más vulnerable son las vacas en ordeño, presentando lesiones vesiculares en boca y pezones y repercutiendo, por ende, en la producción de leche con pérdidas económicas considerables.
En Venezuela, no existe confirmación laboratorial de tantos focos, como ocurre en Colombia. Conde et al. (2007), señalan que de 1028 muestras de lesiones epiteliales en boca, pata, ubre, pezones, rodete coronario, pezuñas, entre otras, de diferentes especies y estados del país, durante el período 1990-2006, un 25.49% de los casos correspondieron al virus de EV, no llegando a 50 casos diagnosticados anualmente. El 22.76% correspondió a focos de FA, menos de 1% a muestras no procesadas y el 50.97% de las muestras fueron negativas. Este trabajo destacó, entre otras cosas, que resultados negativos no necesariamente significan la inexistencia de enfermedad vesicular, situación ésta que refleja las insuficiencias, en el país, para determinar el carácter diferencial del diagnóstico de una enfermedad vesicular, principalmente parala EVy demás enfermedades erosivas, también confundibles con FA, como diarrea viral bovina, rinotraqueitis infecciosa bovina, lengua azul, viruela bovina, entre otras.
Datos más recientes, recolectados de INIA-CENIAP, muestran que de 382 focos de enfermedad vesicular confirmados por laboratorio en el período 2006-2009, un 24.35% correspondieron a EV, 27.49% FA, y 48,675%, fueron resultados negativos y muestras no procesadas por mala calidad de las mismas. Lo que significa, que en más de 40% de focos reportados no se logra determinar por análisis de laboratorio cual de las enfermedades vesiculares y/o erosivas, pudo haber estado actuando en el predio afectado.

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