EL CAMPO VENEZOLANO



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2 feb 2015

Vuela la leche maternizada y de larga duración

Fórmulas infantiles y leche de larga duración aparecen y vuelan de los supermercados. Los venezolanos tienen que esperar la importación de leche de Uruguay, Países Bajos y Francia para alimentar a los bebés y personas de la tercera edad.

Yasmin Ojeda   La Verdad

Fuera del control de precios. Las fórmulas infantiles y la leche de larga duración están en la lista de productos importados. Toda la elaboración tiene facturación de mercados internacionales. Desde Países Bajos y Francia se asegura el lote de preparados de cero a seis meses de nacidos los bebés. Mientras que la leche de larga duración ingresó a los muelles del país provenientes de Uruguay.
Un cargamento importado de esos países se distribuyó en Maracaibo. La presencia de los productos movilizó a las madres y amas de casa. La lata de fórmulas infantiles se comercializó a 112 y 104 bolívares. La leche de larga duración se expendió a 17 bolívares. Cuatro unidades por personas autorizaron a comprar a los consumidores. 
Rosa Maldonado, ama de casa, adquirió cuatro litros de “larga vida”. No le importó el precio ni la demora en el captahuella. Llevó leche luego de días sin abastecerse. Aseguró que los cuatro envases de trepa pak “no alcanza” para el consumo diario que tiene su familia. Cargó con lo autorizado, “porque es lo que hay”.
Emilia Villalobos, de 63 años, no logró “llevar nada regulado”. Y es que el fin de semana madrugó en un supermercado de Delicias Norte para adquirir una lata de leche. A pesar de no ser de larga duración pagó con lo que consiguió.
Ayer sí vio la preferencia deseada: larga duración. En el supermercado de Doctor Portillo estaba la leche que toman los cuatro adultos de su hogar. “Pero no puede comprar porque compré el jueves en polvo y no me pueden vender”, lamentó.
Villalobos recordó las quejas sonadas entre las personas de la tercera edad que la acompañaban a hacer cola, a las afueras de la tienda. Se quejó de estar “tres horas y media de pie. Llegué a 20 (minutos) para las 6.00 de la mañana y salí casi a las 11.00”.
El sufrimiento de las ancianas no lo olvidó. Repitió cada detalle de la espera: “Hay personas con dolor por las várices, que no pueden estar mucho tiempo ahí y no pueden pasar. Hay también con problemas de la tensión” esperando para acceder a los alimentos.
Relató que luego de ingresar continuó el calvario. La máquina del sistema biométrico no reconoció sus huellas. “A los viejitos es difícil identificar por la edad. Sus manos arrugadas. La gerencia siempre revisa los casos”, explicó una encargada del supermercado. 
Villalobos reprochó “buscar por los pasillos a la muchacha que activa mi compra porque no consiguen mis huellas en los dedos. Eso no es mi culpa. Hasta media hora esperando para el registro de autorización”.

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