Con hambre no hay paz
Agricultores y consumidores venezolanos deben beneficiarse de la ingeniería genética.
PEDRO E. PIÑATE B. | EL UNIVERSAL
A principios de marzo, en medio de la protesta antigubernamental iniciada en febrero y que sigue este abril, la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela, Fedenaga, señaló al país que "con hambre no hay paz". En breve resumen recordó que producir la comida para alimentarnos es una necesidad existencial de los venezolanos pero también de Venezuela como nación requerida de paz. Y es que la paz de los estómagos insatisfechos de los muchos que al gobierno hambreador protestan, solo se alcanzará produciendo y resolviendo el desabastecimiento, pues tal como dice el dicho, "barriga llena corazón contento". De allí que debemos desarrollar nuestra agricultura en forma sustentable y a través del aumento de la productividad, lograr el aumento de la producción costo-eficiente y competitiva.
Es esencial la adopción de la tecnología de eficiencia comprobada, la cuál por razones ideológicas, de ignorancia, y de intereses opuestos a nuestro desarrollo agrícola, aquí el Gobierno prohibe. Como en el caso de la biotecnología agrícola y la ingeniería genética que al no poder usarse, condena a nuestros agricultores al uso de semillas y variedades de cultivos improductivos, de mayores costos y limitados rendimientos similares a los de hace décadas.
Desde su primera introducción comercial exitosa a mediados de los 90, las semillas de ingeniería genética han sido ampliamente adoptadas para la siembras de maíz, algodón y otros cultivos por los agricultores de muchos países. En 2013, solo en EEUU, la mitad de las tierras cultivadas lo fueron con semillas de ingeniería genética con las ventajas de tolerancia a insecticidas, resistencia a insectos, mejor calidad de producto, resistencia a la sequía y a virus u hongos. Ciertamente los agricultores y consumidores venezolanos requieren también poder beneficiarse de las ventajas que ofrece la ingeniería genética.
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