EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

8 jun 2014

DE ANDALUCÍA LOS TOROS


   JULIÁN CASTRO MARRERO

El ganado autóctono fue la simiente del rebaño de lidia español.  Constituyéndose núcleos de rebaños de cría de reses con características de acometividad, en determinadas zonas del país, y siguiendo una selección empírica, se formó la columna vertebral de la anatomía de la raza, denominada como castas. Así tenemos Casta Navarra, Castas Castellanas Jijona y Raso del Portillo y Casta Cartujana de Andalucía.

 Influyendo la navarra en la constitución de las otras y del mismo modo las castellanas sobre la formación del componente andaluz. Debiendo significarse que este ultimo, a posteriori, es quien cubre genéticamente las ganaderías existentes en el país, de tal modo que en la actualidad su influencia es sobre casi todo el espectro ganadero existente de esta estirpe.

La evolución o proceso de desarrollo de la raza de ganado de lidia se adelanta bajo condiciones sociales, culturales, políticas y económicas cambiantes que influyen de forma directa en: su concepción, valor de oportunidad, inversión de recursos, ubicación geográfica y participación de clases sociales.

En el cortijo andaluz se llevaban de una forma complementaria la agricultura y la cría de ganado. Aportando la ganadería la fuerza de tracción, la producción de leche, carne, lana y pieles para el mercado y autoconsumo e  influenciando  en la productividad agrícola de manera importante al aportar el estiércol como abono a los suelos. 

El trigo y los garbanzos eran comercializados, y los granos y productos intermedios se destinaban a la alimentación del ganado. Esta complementariedad era mayor en las grandes propiedades  que en las de los pequeños productores. Debiendo acotarse que históricamente fue Andalucía asiento de las grandes propiedades en España.

Son los Valles del Guadalquivir el principal asiento de las actividades agrícolas y pecuarias en Andalucía. Dándose la condición que para  adelantar la agricultura, en  los siglos XVII Y XVIII, era necesario contar con un buen rebaño bovino que aportara los bueyes de tracción para la labranza de la tierra. Además de que su orientación hacia la producción de carne ampliaba la fuente de ingresos. Teniendo también  estas explotaciones ganado menor para diversificar la producción y el autoconsumo.

Los propietarios básicamente eran la nobleza, el clero y los ayuntamientos, existiendo a su vez muchos terrenos baldíos, ocupados preponderantemente para la cría de animales. No obstante los grandes protagonistas de la evolución de la actividad agrícola y pecuaria fueron los arrendatarios, que poseían la vocación del cultivo y la cría. 

Estos posteriormente se convierten en propietarios debido al proceso de la desamortización, hecho ocurrido en el siglo XIX, y se constituyen nuevas propiedades y propietarios, al invertir en la compra de tierras la burguesía urbana, y los antiguos colonos, que trabajaban en base al arrendamiento, hasta esa época.

En lo que respecta al escenario y entorno socio-económico y político que influyen en la transformación de la crianza del ganado, están la demanda de carne para los mercados urbanos y los requerimientos de bueyes para la agricultura que motivaban la existencia de grandes rebaños bovinos, el proceso de desamortización que libera cientos de miles de hectáreas de tierra, la modernización de la agricultura que desplaza a tierras marginales  la cría y la necesidad de hacer más rentables a las explotaciones pecuarias. 

La tierra pasa a ser un bien muy preciado y como consecuencia se hace necesario aumentar su rentabilidad, se inicia la modernización y mecanización de la agricultura, se utilizan los mejores suelos para el cultivo y se lleva la cría a las tierras marginales. 

El toro es desplazado de las cuencas fluviales, vegas y valles fértiles hacia ecosistemas de baja productividad agraria. Separándose, en la mayoría de los casos, esa conjunción de las dos actividades de agricultura y cría en una sola propiedad.

Por otra parte, en lo que corresponde a la cría del toro para festejos, además de las circunstancias descritas en párrafos anteriores, también se ve influenciada por factores propios del ambiente taurino. Citándose entre estos últimos la utilización de los toros por la nobleza, la realización de festejos populares con juegos realizados corriendo toros por las calles y la institucionalización del toreo a pie, que crea las corridas de toros. 

Luego, la inclusión de estas ultimas en las ferias realizadas en fechas determinadas, cuya realización se respetaban y mantenían a través del tiempo. Celebrándose de manera regular en cada localidad y en determinada fecha. Así mismo, ciertas instituciones reciben licencias reales para celebrar corridas como las maestranzas de Sevilla y Ronda y algunos hospitales. Regularizándose  así la demanda y motivando la organización y desarrollo de una oferta.

 Estos hechos llevan a la construcción de las plazas, del mismo modo a  reglamentar y normar los festejos, en particular a las corridas, que exigen ciertas condiciones de los cornúpetas para ser incluidos en esos eventos. 

Crean una creciente demanda del toro, con unas determinadas características para ser toreados, y en cantidades hasta ahora no solicitadas,  que de pronto se hicieron necesarias para la realización de la fiesta, en los nuevos términos de su organización e instrumentación, dentro de los usos y costumbres de la sociedad de la época.

En un principio para la realización de los festejos populares la comunidad se apoderaba  de ejemplares existentes en tropas particulares, también se utilizaban reses de proveedores circunstanciales o provenían de los mataderos, al considerar los ayuntamientos en las clausulas de arrendamiento de esos establecimientos, la circunstancia de atender esa demanda comunitaria.

Como se colocó anteriormente, el surgimiento del toreo a pié y la institucionalización de las corridas de toros son hechos fundamentales  que contribuyen en la transformación y progreso de la cría del toro de lidia. La celebración de corridas en recintos cerrados con un determinado ritual y donde había que pagar para tener acceso, requería de ejemplares con determinadas características. 

Es esta, una coyuntura o momento socio-cultural que determina la selección, y como consecuencia motiva el inicio de la especialización del criador, para obtener ese producto  requerido para la realización de la fiesta.

En el siglo XIX, la necesidad de aumentar la rentabilidad de la tierra, la complementariedad de la agricultura y la cría y la presión hecha por una demanda creciente de toros para espectáculos taurinos, da cabida a crear rebaños apartes orientados a la lidia. 

Los ganaderos de lidia nacen de los labradores, agricultores cerealeros, conventos y monasterios y grandes arrendatarios. Que eran quienes disponían de los grandes rebaños.

Dentro de las órdenes religiosas propietarias de ganado en Andalucía figuraban  Jesuitas, Mercedarios, Agustinos y Cartujos. La orden de los cartujos es una orden contemplativa de la iglesia católica, fundada por San Bruno, en 1084. 

Los monasterios de los cartujos son llamados cartujas, y ellos se dedican a una vida de contemplación y oración. Son señalados los de Jerez de la frontera, como pioneros en la cría y selección de ganado dedicado a atender los requerimientos de  los festejos taurinos.

Al cumplir los ganaderos con la Santa Madre Iglesia, con el pago de los diezmos, que consistía en entregar la decima parte de los nacimientos anuales a las instituciones religiosas señaladas en cada zona,  en las propiedades de frailes o monjes se constituyeron grandes rebaños bovinos. 

Cuyos ejemplares eran de muy diversa procedencia, y en el seno de esa amalgama ellos tuvieron el acierto de ir haciendo apartes y selección con el propósito de crear animales para la lidia. Hasta incluso proveer de sementales a ciertos ganaderos andaluces, particularmente a los gaditanos.

Además de los Cartujanos de Jerez, también tuvieron esta dedicación Cartujanos de Sevilla, Compañía de Jesús de Sevilla, Convento de San Isidoro de Sevilla, De la Santísima Trinidad de Carmona, Real Convento de Santo Domingo de Jerez, Convento de San Jacinto de Sevilla, Convento de San Agustín de Sevilla y San Basilio de Sevilla, entre otros.

En el siglo XVIII, los conventos concentraban buena parte de la crianza de reses bravas en Andalucía, pero los distintos períodos de desamortización, producidos a lo largo del siglo XIX, obligaron a enajenar tanto fincas como propiedades ganaderas de las llamadas manos muertas, es decir, las órdenes religiosas que no tributaban, así como les prohibieron  la obtención de nuevos bienes. Asunto este que hizo que el ganado de los frailes terminara finalmente en manos de los particulares.

Las ganaderías pasan a manos privadas, de la nobleza y  la aristocracia, que eran quienes poseían para el momento grandes latifundios, necesarios para albergar y criar este ganado. Dando pié a la constitución de ganaderías como las de  Espinoza, Maestre, Ulloa, Ibaraburu, Becker y Zapata, del mismo modo,  posteriormente a otras de mas proyección que se constituyeron en líneas genéticas y han sido consideradas como raíces fundacionales como fueron Gallardo, Cabrera, Vázquez y Vista Hermosa, además de otras de importante presencia, pero de menor trascendencia en el futuro de la consolidación de la casta andaluza.

Dentro de los representantes de la iglesia, que para aquellos momentos, participaron de forma particular, en la constitución de las ganaderías  andaluzas de lidia, se pueden citar a: Pedro Manuel de Céspedes, canónigo de la Catedral y Rector de la Universidad de Sevilla. Diego Hidalgo Barquero, presbítero de Utrera. Marcelino Bernardo  de Quiroz, sacerdote de Rota. Antero López y Pedro de la Morena sacerdotes de Colmenar.

Los toros de los frailes eran fieros, grandes, fuertes, de cornamenta desarrollada y variadas pintas por sus orígenes diversos. Su comportamiento frecuente era de carácter bronco en varas, de difícil manejo y de andar a la defensiva.

Una descripción de los toros de Don Vicente Vázquez, recogida en la obra Trece Ganaderos Románticos, de Luis Fernández Salcedo, reza “mezcla y combina el tamaño de los toros de Cabrera y aquellas sus buenas hechuras, la dureza de patas, resistencia física, el poderío y la malicia de los pupilos de Becker y la fiereza, nervio y celo de las reses del Marques de Casa Ulloa; amen de otras cualidades menos destacadas que poseen otras puntas de ganado adquiridas por él”. 

Esta descripción es de mucha utilidad para ubicarse en el material que manejaban los criadores, en esos tiempos de finales del siglo XVIII e inicio del siglo XIX.

En la misma tónica anterior, y con el mismo fin de ilustrar al respecto, veamos como se describen a los toros de Vista-Hermosa: de constitución robusta y excelente trapío, de regular presencia, finos de extremidades, cabeza pequeña y recogida. Son bravos, no obstante tienen un temperamento, no presente en la mayoría de las otras ganaderías, que es denominado como nobleza. 

Sin doblez ni trampa, sencillos y claros de embestida, permiten realizar las suertes y en el caballo se arrancan de lejos con alegría, derriban menos y  eso les permite mostrar su clase.

En esos momentos, con esas experiencias, los aficionados, ganaderos y toreros querían juntos a la bravura y la denominada nobleza. Terminando Vista-Hermosa, a través de los años, influyendo genéticamente a la gran mayoría de las ganaderías existentes en el planeta de los toros.

 La crianza se fue manteniendo respondiendo a exigencias y demandas influenciadas por: el cambio de valores operados en el seno de la afición taurina, preferencias de los toreros, reglamentación vigente en cada época y las innovaciones tecnológicas.

En esa dinámica encontramos en el final del siglo XIX e inicio del XX la predominancia de una lidia signada por la suerte de matar que exigía un toro con edad, cuajo, poder y presencia. Posteriormente entre 1899 y 1913, con la presencia de Guerrita, Joselito y Belmonte, en la lidia, el dominio y la reducción de las distancias son introducidos, con componentes de estética y plástica que van a constituir el torear como un arte. 
Esta evolución precisó de un toro menos fiero, noble, sin querencias; y la presencia con mucho poder disminuyó como consecuencia. 

Los andaluces en el transcurrir del tiempo y con una selección cada vez menos empírica, pero bañada de algunas particularidades de cada ganadero,  fueron logrando criar y constituir un rebaño en sus ganaderías, que expresa su concepción de la fiesta y manera de ser ante la vida, obteniendo un producto que permite la realización de las suertes con lucimiento, cultivando el arte de torear.

En la actualidad ese arduo trabajo permite disponer de propiedades, entre otras, como las de: Isaías y Tulio Vázquez, Álvaro Domecq, Samuel Flores, Pablo Romero, J.L. Osborne, Joaquín Buendía, Fermín Bohórquez, Eduardo Miura, Dolores Aguirre y Carlos Núñez.

Andalucía es la comunidad que acoge mayor número de ganaderías en España, un 40% de las existentes, ubicadas en las riveras de los ríos, especialmente el Guadalquivir, destacándose por su presencia las provincias de Sevilla, Jaén, Cádiz y Huelva. En esta Comunidad existen 200 recintos taurinos, y en promedio se lidian 5000 toros y se realizan 1200 festejos taurinos por año.

 Consultas bibliográficas.-

Castro, J. Selección de ganado de lidia. Portal Albéitar. España. 2011.

Castro, J. La Iglesia Católica, Vista Hermosa y Vázquez. Carabobo Pecuario. Venezuela. 2014.

Castro, J. La Bravura. Opinión y Toros. España. 2013.

Castro, J. Consanguinidad y Ganadería de Lidia. Veterinarios Taurinos de Andalucía. España. 2011.

Fernández, L. Trece ganaderos románticos. Editorial Agricola Española. España. 1987.

García-Baquero, A. Fiesta de toros y sociedad. Junta de Andalucía. Universidad de Sevilla. Espña.2003.

Lomillos, J. Evolución del Sector Toro de Lidia en España. Información Técnica Economía Agraria. Facultad de Veterinaria de León. España. 2012.

López, A. La cría de toros de lidia en el Valle del Guadalquivir.  Universidad de Sevilla. España. 2007.

López, A. La cría del ganado de lidia y la gran explotación agraria en Andalucia ( s XVIII-XIX). Universidad de Sevilla. España. Universidad de Sevilla. España. 1998.

López, A. Ganadería de Lidia y Ganaderos. Historia y Economía de los toros de lidia en España. Universidad de Sevilla. España 2002.

Perales, A. Estado y Tauromaquia. Colección Tauromaquia. Junta de Andalucía. España. 2001.

Purroy, A.  Economía de la ganadería de lidia en España. Revista de Instituto de Estudios Económicos. UNANUA. España. 2005.


Valera, Rodero. La ganadería andaluza en el siglo XXI. Junta de Andalucía. España.

No hay comentarios:

Publicar un comentario