EL CAMPO VENEZOLANO



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9 abr 2014

Desabastecimiento de los 19 rubros arrecia tres años después de su regulación


Yulliam Moncada/DLA Táchira

Actualmente casi el 90% de estos rubros forman parte de la lista de productos difíciles de encontrar, por no decir escasos, en el mercado

Con la entrada en vigencia de la Ley de Costos y Precios Justos en abril de 2011 bajo el precepto de defender al pueblo venezolano de los procesos económicos especulativos, el Gobierno ordenó la reducción en los precios de 19 rubros pertenecientes a productos de higiene personal, de limpieza del hogar y algunos alimenticios. 

Luego de tres años de negativas a la respectiva revisión de estos precios, la producción ha bajado y el desabastecimiento arrecia en los anaqueles de supermercados, abastos y bodegas.

En la lista de rubros bajo regulación se incluyeron: pañales para bebé; suavizantes y enjuagues de ropa; papel higiénico; toallas sanitarias; jugos de frutas pasteurizados; compotas; agua mineral; enjuagues para el cabello; jabón de baño; máquinas de afeitar desechables; desodorantes; lavaplatos; detergente; cloro; cera para piso; limpiadores (desinfectantes); jabón en panela; champú para el cabello; y crema dental. 

Actualmente casi el 90% de estos artículos forman parte de la lista de productos difíciles de encontrar, por no decir escasos, en el mercado.

Durante estos tres años de precios congelados, sus fabricantes han tenido que hacer frente a una serie de devaluaciones a la moneda nacional; una inflación galopante que apenas el año pasado cerró en 56%; a la reforma a la Ley del Trabajo, los Trabajadores y Trabajadoras que redujo los días laborables y aumentó el beneficio de los asalariados. 

Además, han sido tres años de inamovilidad laboral, y de incrementos en el salario mínimo. Por si esto fuera poco, el Gobierno nacional dejó de liquidar dólares a las empresas a través de Cadivi, y no todos los sectores han sido llamados a participar en las subastas del Sicad, trayendo como consecuencia, falta de materia prima e insumos para su elaboración.

La producción ha sufrido estas consecuencias con una baja significativa que ha llegado a evidenciarse en anaqueles de supermercados, abastos y bodegas. 

Particularmente en el estado Táchira la situación ha sido más difícil debido a los serios problemas de contrabando de extracción hacia Colombia. Es del conocimiento público, que no sólo colombianos, sino también venezolanos recorren los establecimientos comerciales en busca de estos rubros para luego revenderlos en Cúcuta, donde su valor aumenta más del 1.000%.

Los empresarios insisten en la necesidad de revisar y ajustar los precios en su afán por mantener la producción. De hecho, el ajuste del precio de los jugos pasteurizados logró la reaparición de los mismos en la cadena de comercialización, abasteciendo la demanda, aunque con incrementos superiores a 50% y que alcanzan el 100% en algunas presentaciones. 

Es de hacer notar que los precios llevaban más de tres años congelados. Quizá si la revisión se diera con mayor frecuencia, el consumidor final resultaría menos afectado y el fabricante garantizaría su producción.

Rezago genera inflación


El rezago en los precios de productos regulados genera cada vez más inflación. Por un lado, los mismos son acaparados y revendidos, como consecuencia del poco abastecimiento en el mercado. 

Las personas terminan pagando hasta 4 y 5 veces su valor real, siendo los más afectados los consumidores finales y los menos beneficiados los productores. Y por otro lado, cuando el Gobierno acepta ajustar sus costos, el incremento es bastante perceptible al bolsillo del comprador. 

Si se aceptara una revisión constante, el aumento sería menos notable al poder adquisitivo de los venezolanos.
  

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