Venezuela: La agricultura de puertos nos hambrea y arruina
PEDRO E. PIÑATE B. | NOTAS AGROPECUARIAS
Venezuela compra café importado desde Nicaragua por el gobierno para sus “fábricas” estatizadas. También a los nicas le compran leche esterilizada marca “Leche Los Andes” y el grueso de la leche en polvo importan de Nueva Zelandia.
El ganado para matadero, la carne, el pollo y el azúcar los traen por barcos enteros mayormente de Brasil, mientras el queso “amarillo” compran a Uruguay.
El maíz, la soya, las caraotas, los aceites vegetales importan de Argentina y hasta de Bolivia país sin mar. A Canadá y Estados Unidos todavía compra el trigo pan.
La lista de alimentos y materias primas importadas por Venezuela es extensa incluyendo las más finas delicateses gourmet. Todo comprado con dólares a 6,30 BsF y hasta hace poco a 4,30 BsF, sumando 7.000. 8.000, 9.000 y hasta 10.000 millones de dólares (US$) anuales!
Mientras estas importaciones con dólares regalados se multiplicaban y sus beneficiarios se enriquecían a niveles nunca imaginables, la corrupción hizo de la agricultura de puertos una verdadera polìtica de Estado que perdura en 2015.
Para institucionalizarla en nombre de una supuesta revolución, primero se acabó con la producción y los productores nacionales. La inseguridad rural, las invasiones de fincas y despojos agrarios junto a los controles sirvieron a efecto.
Venezuela fue convertida en otro Zimbabue. Más de 5.000 productores fueron despojados total o parcialmente de sus tierras y fincas, que fueron saqueadas, la fauna y la flora depredadas, repartiéndolas entre las huestes de “revolucionarios” o estatizadas, haciéndolas improductivas como hoy se encuentran. Esto precedido del abigeato, el secuestro, la extorsión y los asesinatos de productores.
Desde entonces los demás productores – “los que se salvaron”, están obligados a producir por debajo de costos descapitalizándose año tras año y sin insumos básicos comenzando por los combustibles y aceites que en el rico país petrolero se racionan o no hay.
Por otra parte la competencia desleal de la importaciones subsidiadas termina de neutralizarlos. AsÍ la producción y oferta interna agroalimentaria se redujo a niveles de supervivencia del sector productor. Mientras los productores extranjeros son pagados en dólares y los productores venezolanos hasta enfrentar la ruina, en devaluados bolívares.
En esas condiciones en 2015 la severa escasez y desabastecimiento de alimentos llama al fin de la agricultura de puertos y al estímulo y recuperación de nuestra agricultura. Sin embargo se insiste y continúa dándole preferencia a la producción importada sobre la nacional.
De hecho no se observa ningún cambio de señales manteniéndose el semáforo en rojo para todos los productores nacionales. Esto mientras la luz verde permanece fija para los importadores de alimentos,
Sobre qué hacer, cómo obrar, para que se entienda en definitiva que la agricultura de puertos nos condena a la escasez y el hambre, las respuestas tienen que con una más activa participación y envolvimiento del sector productor en materia de opinión.
La seguridad agroalimentaria es demasiado importante para la vida de todos los venezolanos y de Venezuela como nación. Los productores tienen el deber y la responsabilidad exclusiva de producir los alimentos que el país requiere. Aún excluidos por el interés importador que los supera, la obligación persiste y debe cumplirse.
Son 30,6 millones de habitantes que hoy necesitan alimentarse diariamente. Para ello no basta con disponer de alimentos sino además poder adquirirlos. El reto agroalimentario es entonces enorme, comenzando con producirlos aquí costo-efectivamente lo que debe hacerse en igualdad de condiciones a los productos importados.
Observando que la disponibilidad de divisas líquidas para las importaciones agroalimentarias ya no es ni será la misma, se requiere con urgencia procurar la agroinversión. Esto para aumentar la producción y oferta nacional lo más rápidamente.
La disminución de los volúmenes de agroimportaciones es un hecho y ello tendrá consecuencias en la sensible baja del consumo per cápita de los principales rubros. Ya lo hemos visto con la leche y sucede ya con la carne y el queso.
Por todo esto los productores y agrotécnicos de Venezuela, en forma individual y a través de sus gremios, deben activarse más efectivamente en la promoción del campo y al agricultura como solución definitiva y permanente a la inseguridad alimentaria que hoy sufrimos. Mientras la política de agricultura de puertos a todos los venezolanos nos hambrea y arruina debiendo cesar.
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