Semana Santa Sin “Pecados de La CARNE”
Jorge Prado, vicepresidente de Confagán, asegura que urge una revisión de las estructuras de costos en toda la cadena cárnica. Para productores, mataderos y comerciantes las regulaciones resultan insostenibles.
Daniela Garcia la Verdad
El rezago de los precios regulados provocó la disminución de la cantidad de novillos en las unidades de producción, la caída de la actividad en los mataderos y la escasez de carne en los establecimientos comerciales.
Desde los ganaderos hasta los comerciantes exigen ajustes en los montos de venta del rubro para tener ingresos que les permitan cubrir los costos de operación, mantener sus negocios y obtener una ganancia razonable.
Jorge Prado, vicepresidente de Confagán, asegura que el 15 de enero hubo una reunión con los ministerios de Agricultura y Alimentación para tratar el tema de la revisión de las estructuras de costo, pero aún no hay una respuesta.
"Desde el último encuentro han transcurrido más de dos meses; en ese lapso nuestros costos se elevaron como consecuencia de la inflación", indica el representante del sector agropecuario.
Indica que en el caso del ganado en pie, que está controlado en 65 bolívares por kilo, se requiere un incremento a 120 bolívares, lo que implica un ajuste de 84 por ciento.
Asegura que cada productor debe recibir 120 bolívares por cada kilo de novillo, de lo contrario, tiene pérdidas. "No se trata de que queramos vender fuera de regulación, es que no podemos trabajar por menos de nuestros costos".
Prado señala que solo entre el 15 de enero hasta la fecha los alimentos concentrados para animales se encarecieron 70 por ciento, los fertilizantes aumentaron 100 por ciento y los salarios mínimos subieron 15 por ciento.
"Los precios son los incentivos para que la gente se dedique a la producción de carne. En este momento urge una revisión de las estructuras de costos y un ajuste de las regulaciones".
Iván Villalobos, mayorista, asegura que cada res en canal debe venderse a 220 bolívares para obtener un margen de ganancia, monto 62 por ciento superior al establecido por el Gobierno (135 bolívares).
Precios al consumidor
Marcelo Ferrer, dueño de una carnicería, afirma que en su negocio el bovino en canal se compra en Bs. 220, por lo que cada kilo de carne de primera debe ofrecerse en Bs. 420, un monto 68 por ciento más alto que el establecido.
"Yo compro el kilo de res en 220 bolívares, no puedo vender un kilo de bistec al mismo precio, para eso prefiero cerrar", explicó el comerciante.
En el caso de los cortes de segunda, que están fijados en 220 bolívares, deben expenderse en 350 para obtener una ganancia, lo que implica una diferencia de 59 por ciento.
La carne con hueso, que consiste en costillas, lagarto y pecho, regulada en 160 bolívares, tiene que ser ofrecida en 190 por los comerciantes (19 por ciento más).
"Nosotros no podemos respetar los precios regulados porque tenemos que pagar trabajadores, hacer mantenimiento a los locales y los equipos y sostener a nuestras familias".
Comentario al Articulo:
Víctor Hugo Fernández Morales, Presidente en Inlavaca
La Verdad
Muy
estimado Jorge Prado, vicepresidente de CONFAGAN; me siento animado nuevamente
a comentar tus declaraciones sobre la situación del suministro de carne de
bovinos en el mercado nacional y agregar algunas opiniones, que puedan ampliar
un poco la importante información que tu suministras.
Ciertamente,
tal cual tu afirmas, pretender por parte del ejecutivo nacional colocarle al
sector ganadero una “camisa de fuerza” para obligar a los ganaderos a vender
sus reses a un precio, muy, pero muy por debajo del costo de producir un kilo
de res terminada y en pié, en base a una “determinación de costos” que solo el
SUNDEE conoce, ya que como tu lo confirmas, los estudios de costos expuestos
ante las autoridades ministeriales de Alimentación y de Agricultura y Tierras
desde enero pasado por parte de la organización que tu representas así como por
parte de FEDENAGA y de FEGALAGO, simplemente han sido ignoradas.
En
algunas oportunidades he dicho que, el diseño de “políticas públicas” fue
concebido para el diagnóstico y solución de problemas que aquejan a las
sociedades, pero, y según lo afirman algunos autores, también puede resultar en
una “política pública” el no escuchar, el no hacer nada; eso explica lo que tú
no te explicas, de porque no hay respuesta de los organismos a los cuales tu
expones en representación de CONFAGAN y los demás gremios nacionales, sobre las
estructuras de costos, así como la agobiante situación multifactorial que
afecta a los ganaderos y agricultores venezolanos.
Es muy
obvio, que desde hace ya muchos años hay “gentes” que se benefician y se lucran
brutalmente de ésta desgracia que arruina la agricultura nacional y genera
inflación, desabastecimiento y hambre para el pueblo venezolano, con la más
patética impunidad.
Al pueblo consumidor hay que explicarle esto de manera muy clara y
reiterativa, así como también, explicarles, que la carne que adquieren en el
mercado regular, es un proceso que en manos del ganadero criador y cebador,
demora de 3 a 4 años, luego, y después del despacho de las reses a los centros
de beneficio, mal llamados mataderos, solo transcurre de 48 a 72 horas para
estar a su disposición en las neveras de los comercios formales; siendo que el
precio por kilo que recibe el ganadero por su res viva, constituye un 25% del
precio final de la carne que paga el consumidor, ya que el ganadero no
suministra carne al mercado, él vende es ganado en pie.
De tal manera, que un reconocimiento oficial al precio
verdaderamente justo de Bs. 120,00 por kilo vivo de res, no implicará en este
momento un precio superior a los 480 bolívares por kilo de carne en
promedio.
Claro está, en la medida que continúe esta “fiesta inflacionaria”,
no tardara en incrementarse ese costo.
También debe saber el pueblo consumidor, que el ganadero que no
pueda garantizarse en un ambiente económicamente estable, de sosiego y de
seguridad personal y de sus bienes, una rentabilidad decente en el umbral de
ese prolongado tiempo de levante y ceba de sus reses, simplemente deja de
producir lentamente como consecuencia de ello, generándose sin percatarnos
oportunamente, de la reducción del tamaño del rebaño o hato nacional, la
también consecuente disminución de la tasa de extracción, abandono progresivo
de las fincas agrícolas y ganaderas, dejando en manos del hampa y de grupos
irregulares vastas regiones antes productivas, y con la mirada desconcertada de
un funcionariado público que no termina de entender lo que pasa, menos aún
entender porque pasa, con lo cual, concluyen que eso es una “guerra económica”,
y sí, yo concuerdo con ellos en que es una “guerra”, pero simplemente equivocan
su origen, en el caso de la agricultura y la ganadería es absolutamente
endógeno su origen, es una “guerra económica”, sistemática y sostenida, pero,
en contra del productor venezolano y de la alimentación del pueblo venezolano,
que ya data no menos de 26 años, años neo-liberales y socialistas, inviables
ambos modelos para la agricultura venezolana.
Cordialmente, amigo
Víctor Hugo Fernández Morales
Ingeniero de Producción Animal; Magister en Gerencia de
Agrosistemas.
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