Boletin Lacteo # 484
Cuando se analiza lo sucedido en las primeras manifestaciones agropecuarias, en junio de
2013, se encuentra que la problemática del sector lácteo jugó un papel decisivo en el
desarrollo de los movimientos y levantamientos que meses más tarde serían conocidos
como Paro Agrario.
Asimismo a nivel de gobierno se generaron una serie de medidas para
terminarlo, a través del Pacto Agrario. La eficacia de tales medidas aún es discutida, en cuanto a
su impacto en términos de mayor productividad y competitividad del campo.
Pero esa es otra
discusión, pues la reflexión que aquí se plantea es sobre la problemática sectorial mencionada al
inicio de estas líneas.
Se trata de la imposibilidad de absorber el total de la producción de leche por parte de la industria
láctea formal. Y esto no es nada nuevo.
Es algo que sucede periódicamente de acuerdo al ciclo
natural del negocio lácteo; de la producción y su estacionalidad. Luego de los fenómenos
climatológicos adversos de los años anteriores –verano intenso en 2010 e inundaciones nacionales
en 2011–, el anunciado Fenómeno del Niño se descartó hacia finales de 2012, por lo cual la oferta
de leche creció en 2013 y así se consolidó la “enlechada” del año pasado.
Los volúmenes adicionales de producción se quedaron en las fincas de pequeños productores,
generando un grave problema social.
Adicionalmente las importaciones de lácteos del 2012 se
realizaron como previsión industrial frente a un posible desabastecimiento por efectos de verano anunciado. Sin embargo, vale la pena tener en cuenta que dichas importaciones equivalen a
menos del 7% del total de la producción nacional de leche.
Limitantes de la regulación y del ciclo productivo.
¿Y por qué sucede todo esto? ¿Por qué no comprar toda la leche que se produce en el país?
En
primer lugar, hay que tener en cuenta la brecha existente entre compradores formales e informales.
Mientras los primeros –industria láctea legalmente establecida, que paga impuestos, contribuciones
parafiscales y es sujeto de inspección, vigilancia y control por parte de gobierno– están regulados y
deben cumplir con el pago de un precio base, los segundos pueden bajar y subir precios
libremente, de acuerdo a la coyuntura del mercado, y sin ningún tipo de control ni sanción en caso
de traspasar los límites de la resolución 17 de 2012 del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural.
En segundo lugar, la industria absorbe la oferta de leche fresca que está en capacidad de
comercializar en el mercado interno o en mercados de exportación. Si no hay espacio para
posicionar los volúmenes adicionales de producción, se procesará la cantidad de leche extra que
pueda mantenerse en inventarios, como contingencia pero nunca como solución estructural, por lo
cual en cuestión de poco tiempo la “enlechada” se manifestará en el campo.
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