Contrabando sube 1.000% precio de los alimentos
La lucha contra el contrabando no ha podido con la reventa en la frontera.
ANGIE CONTRERAS C. | ENVIADA ESPECIAL/EL UNIVERSAL
En el margen de la frontera entre Venezuela y Colombia, justo donde termina la Troncal del Caribe, está Paraguachón: una comunidad dentro de La Guajira que está ubicada a 117 kilómetros de la ciudad de Maracaibo, donde se comercializan de forma ilegal alimentos y combustibles.
Hasta allá y del otro lado de la frontera han llegado los alimentos de la cesta básica, los productos de cuidado personal y de limpieza del hogar que no se consiguen con regularidad en los comercios de las principales ciudades del país.
La reventa de productos que son esenciales para la población, se ha convertido en un negocio sumamente lucrativo para quienes se dedican a esta práctica, dentro y fuera de Venezuela.
Del lado venezolano, a plena luz del día y a la vista de los cuerpos de seguridad, se ofrecen productos como harina precocida de maíz, azúcar, café, leche en polvo, jabón de tocador, detergentes, champú, entre otros productos que escasean en el mercado interno, a precios que superan con creces los fijados por el Gobierno nacional.
Aunque en las alcabalas y puntos de control ubicados a lo largo de la troncal revisan vehículos particulares, camiones, maletas, bolsos y hasta carteras, como parte de la lucha contra el contrabando, los productos venezolanos están en la vía pública de éste y del otro lado de "La Raya", tanto en Paraguaipoa como en Paraguachón.
El negocio
El diferencial cambiario entre el bolívar y el peso colombiano estimula la reventa y el contrabando. Por la venta de los productos subsidiados y con precios regulados obtienen ganancias que superan por mucho el mil por ciento.
El martes el tipo de cambio en la frontera era de 0,24 pesos por un bolívar. Esto quiere decir que por cada mil bolívares se obtienen 24 mil pesos colombianos. Esa cantidad alcanza para comprar dos kilos de leche (10.000 pesos cada kilo) y uno de harina precocida de maíz (3.300 pesos) en el límite colombiano.
Un kilo de harina precocida de maíz, que en suelo nacional está regulado en Bs 12,40, en la frontera venezolana, donde el precio está influenciado por el valor del peso colombiano, cuesta Bs 80, la diferencia es de 545,16% y la ganancia es de Bs 67,6 por kilo.
En el caso de la leche en polvo, en su presentación de un kilo, la diferencia entre el precio regulado y el de la frontera es de 1.304%. La ganancia que obtienen por la reventa ilegal es de Bs 417 por cada kilogramo.
El anclaje del control de precios también potencia la reventa de los alimentos. Mientras los precios se mantienen fijados por largos períodos, en el mercado informal se venden con sobreprecios que perjudican al consumidor, que ante la marcada escasez debe recurrir a esa vía para comprarlos.
La operación
Los productos que se comercializan de este lado de la frontera son extraídos de los supermercados a través de la modalidad denominada "bachaqueo", que consiste en comprar de manera reiterada productos al detal. Esto trajo como consecuencia la implementación de sistemas que restringen la compra por persona de alimentos y bienes esenciales a través del uso de máquinas captahuellas.
Al otro lado de La Raya llegan de dos maneras: los comerciantes que cruzan al lado venezolano para comprar, en menor cantidad, en bolívares y revenderlos en pesos, lo que les arroja una jugosa ganancia; y a través de las trochas que nacen en la vía entre Paraguaipoa y Guarero.
Los funcionarios que custodian los puntos de control en la frontera están al tanto de la situación, pero reconocen que la misma no ha podido ser controlada por los cuerpos de seguridad.
"Usted se para en Guarero y ve como los camiones pasan las trochas. Van escoltados, usted sabe por quienes. Ahí hay muchos intereses, mucho dinero. Vuelan las trochas y al día siguiente las vuelven a hacer", relató un funcionario que pidió no ser identificado.
Mientras los cargamentos de alimentos pasan al otro lado de la frontera, a los ciudadanos los escudriñan sin moderación. Los carros son revisados minuciosamente tanto por la Guardia Nacional como por el Ejército. En el transporte público revisan hasta los bolsos.
A las personas que llevan alimentos al detal, se le permite llevar entre uno y dos kilos por rubro. Si es leche o algún alimentos similar lo decomisan de inmediato.
Los guajiros tratan de pasar alimentos de cualquier manera. Una botella de refresco de dos litros llena de aceite o paquetes de comida dentro de sacos de maíz a granel, son algunas de las maneras detectadas en las alcabalas.
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