Captahuellas: el triunfo absoluto
Si todos somos iguales, cada buhonero debería portar su captahuellas con acceso remoto.
CARLOS MACHADO ALLISON | EL UNIVERSAL
Mi esposa logró convencerme que en estos tres lustros el gobierno ha tenido un éxito sin precedentes. En efecto, el porcentaje de metas cumplidas con relación a las postuladas ha sido elevado y los venezolanos las aceptan como si los hubieran bañado con burundanga.
¿Cuáles son esos logros? Pues muchos. En los planes estaba el reducir al sector privado y hacer crecer el público hasta cubrir algo así como el 60%.
Éxito total, la producción industrial anda por el 50% de lo que fue y la agrícola disminuyó 30%.
Como tenían petrodólares no les preocupó gran cosa importar cuanta cosa se pueda usted imaginar -neoliberalismo salvaje- y como no creen en la deleznable teoría de la dependencia, ni en la teoría económica sobre escasez e inflación, aplicaron todos los controles conocidos y algunos más, y lo hicieron con éxito.
Funcionó el de cambio, el de precios, el correspondiente al transporte de alimentos, alquileres, certificados de no producción, penalizaciones al acopio, especulación, contrabando y viajes, porte de armas, inversión foránea, límites a la ganancia de las empresas, cédula y dirección a todo el que compra desde un chocolate, hasta una vivienda.
Tan eficientes fueron que fastidiaron a todo el mundo, incluyendo al gobierno.
Ahora anuncian una nueva arquitectura ministerial, pero con las mismas piedras, cabillas y cemento de la anterior, con las mismas ideas y podría apostar que con el mismo resultado.
Bien por lo del fondo integrado, quizás la reducción de ministerios ayude a aumentar la eficiencia y reducir los 4.100 trámites que anunció el Presidente. ¿Reducirán el número de burócratas? Pues veremos.
El último y ratificado, es la cartilla electrónica. Para que funcione, deberán colocar captahuellas en los 85.000 puntos de venta formales de alimentos (súper e hipermercados, abastos, bodegas, mercales, mercados populares y callejeros, cantinas o kioscos).
Pero si todos somos iguales, cada buhonero o vendedor carretero de mango, cochino frito y panelitas de San Joaquín debería portar su captahuellas con acceso remoto. Sume miles a los que venden chucherías, productos dietéticos, caramelos y refrescos.
Con una notable economía en papel (hacer 30 millones de libretas de racionamiento sería ecológicamente inadecuado) se lograría otro objetivo estratégico: los venezolanos en lugar de protestar (esto también está controlado) pasarán parte importante de sus vidas distraídos, haciendo colas o explicándole a algún funcionario cuántas empanadas se comió la familia.
Aumentará la venta de paraguas, cachuchas de beisbol y botellitas de agua.
No queda claro si la cuota quedará grabada en un protocolo que establece en 4,7 o 5,1 el número de integrantes de una familia, o qué harán dueños de pensiones o doña Eulalia que vende torta burrera y bienmesabe y necesita más harina o azúcar que el consumo promedio.
¿Qué hará don Pedro que vende queso de finca en Apure, donde no hay servicio de Internet? ¿Cuál será el procedimiento durante los apagones o en caso de avería de la captahuellas? ¿Quién pagará las máquinas?
Detalles, lo medular es el control, aumentar la producción es lento y fastidioso.
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