Pedro Palma, profesor del IESA
"No hay una disposición de dar un giro en materia económica"
"Sí hay una crisis y es muy profunda. Lleva años y empezó cuando se acabó la gran bonanza", explica. Considera que "después de desmantelar este absurdo cambiario, debemos ir hacia un esquema de libertad".
SUHELIS TEJERO PUNTES | EL UNIVERSAL
Meses atrás, en el marco de un mercado de divisas cada vez más inflexible y con baja liquidez, el economista Pedro Palma, alertaba la cercanía de un tsunami cambiario, una enorme ola inflacionaria provocada por devaluaciones que tendrían que asumirse para poder mantener la economía a flote.
Ahora, ante la inminente implantación del Sicad II, cree que el riesgo no solo sigue latente, sino que existe la posibilidad de que ese fenómeno sea aún más profundo, aunque cree que aún es temprano para afirmarlo.
Palma, quien fue presidente de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y es profesor del IESA, resalta que incluso el mejor de los escenarios económicos no es para ser optimista. "No hay una disposición de dar un giro", dice al referirse a una política económica general restrictiva.
El economista asegura que, si bien el Sicad II es un paso hacia la sinceración cambiaria, la política en esa materia ha sido absurda, e intentar ordenar el mercado de divisas no hará que desaparezcan los demás problemas que enfrenta la economía venezolana. "Este será un año muy difícil", apunta.
"Podemos hacer hipótesis. Por ejemplo, si el Sicad II realmente es un sistema donde el tipo de cambio se establece por las fuerzas de oferta y demanda y hay unos niveles de oferta relativamente escasos, es bastante probable que el tipo de cambio se vaya a unos niveles muy altos y, por lo tanto, la devaluación implícita sea muy intensa y genere una presión inflacionaria elevada, dependiendo de cuánto migra de la demanda de dólares del Cencoex o el Sicad I al Sicad II. Si hay abundancia de divisas y la migración es marginal, quizás el impacto inflacionario sea bajo.
Si por una poca disponibilidad de divisas a Bs 6,30 o incluso a Bs 11, la migración hacia el Sicad II es amplia, entonces allí tendríamos lo que he denominado un tsunami cambiario, es decir, un impacto de una inflación altísima en los primeros meses que siguen a la implementación de este nuevo esquema, con una inflación que se puede montar en un nivel de 20 o 30% en el primer mes y después bajar a 15% y luego seguir bajando. Por eso cuando uno gráfica esa inflación es como una enorme ola que se lleva por delante a todo el mundo, que implica un pérdida de capacidad adquisitiva y, por lo tanto, tiene unos impactos dramáticos para la población".
-¿Qué tan real es el riesgo de sufrir esa situación?
- Es real si las operaciones con dólares que migran hacia el Sicad II son muy amplias. Sin embargo, ese sistema tiene una ventaja porque es un paso hacia la sinceración cambiaria y es un mecanismo que generaría a Pdvsa un flujo de caja en bolívares que haría que la petrolera deje de ir al BCV a buscar financiamiento con dinero inorgánico. Al final depende de cómo se estructura y cómo se fija ese tipo de cambio. Cuanto más libertad haya para comprar divisas, tanto mayor va a ser la demanda que se haga de esos dólares.
-¿Cuál sería el modelo ideal, dada la coyuntura?
- Supón que tienes un paciente que por no someterse a tratamientos dolorosos, posterga y posterga, pero la enfermedad sigue creciendo. De pronto dice 'no, yo tengo que atender esto', cuando va al médico le dice 'si usted hubiera venido seis meses atrás, las cosas habrían sido muchísimo menos dolorosas que ahora y, por lo tanto, el tratamiento habría sido menos doloroso'. Exactamente eso es lo que nos sucede con la economía. Hemos tenido una política cambiaria absurda, en medio de un control de cambio que ya tiene 11 años y que lleva a una sobrevaluación desproporcionada de la moneda, con una destrucción del aparato productivo y más dependencia.
Cuando tienes esa enfermedad a lo largo del tiempo, no puedes pretender que con una acción de política cambiaria específica vas a solucionar todos los problemas de un día para otro y sin consecuencias. No, eso va a tener consecuencias severas sobre la economía porque atacar y corregir esas distorsiones tiene un precio. Lo que está queriendo hacer el gobierno es un desmontaje poco a poco para que ese tsunami sea menos devastador, pero consecuencias ineludiblemente va a tener.
Después de desmantelar todo este absurdo debemos ir hacia un esquema dinámico, de libertad cambiaria, con un tipo de cambio flotante y, a su vez, las fuerzas de oferta y demanda de divisas están relativamente equilibradas. Además, hay que crear condiciones seguras para invertir en Venezuela porque la percepción de riesgo es muy alta.
- Parece que se flexibiliza un mercado pero, por otro lado, las políticas económicas siguen siendo rígidas...
- Ese es el punto. No se puede congeniar una cosa con la otra. No se pueden tomar medidas solo en un sector, sino corregir todos los desequilibrios que existen en la economía. Hay que tomar medidas en el ámbito fiscal, incrementar los ingresos fiscales, de los servicios públicos, de la gasolina, racionalizar el gasto público, aniquilar la corrupción. Hay que tomar una serie de acciones que impidan una inyección masiva de recursos por la vía del gasto público. También hay que tomar medidas para incrementar el consumo, la producción y atraer la inversión.
No se pueden tomar medidas aisladas que dejen al resto en este absurdo de políticas públicas que tenemos en el país, porque no van a tener éxito y están condenando al fracaso. Por eso se necesita un giro de 180 grados, un plan a largo plazo.
- El gobierno ha reconocido que existe una crisis, pero que no es tan profunda...
- Sí hay crisis y es muy profunda. Es una crisis que lleva años y empezó cuando se acabó la gran bonanza petrolera.
- ¿Cree que hay voluntad para dar ese giro necesario?
- No se ven razones para pensar que haya esa disposición, como no se veían cuando (Rafael) Caldera era presidente. Caldera dio el giro porque se vio absolutamente obligado, no porque creyera en eso. Cuando este gobierno llegue al convencimiento de que debe actuar porque sino esto no aguanta, tendrá que dar el giro.
Eso no es nuevo, lo hizo el propio Lenin cuando se convenció de que aquello era inviable y llevaría a una hambruna tremenda. Implantó una política económica más abierta que fue parada a la muerte de Lenin, cuando asumió Stalin, quien no estaba de acuerdo con la orientación de esa política y, sabiendo que no tenía ni remotamente ni el liderazgo ni el carisma de Lenin, consolidó su poder bajo la tiranía absoluta y una hambruna.
-¿Y Maduro se parece más a Lenin o a Stalin?
- Maduro a lo mejor se parece al Stalin que sustituyó al líder Lenin, pero tampoco tiene esa voluntad férrea de imponer que tuvo Stalin. Aún está lejos.
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