Es evidente que el desarrollo de la agricultura actual, y futura en Venezuela, se enfrenta a grandes retos que nos obligan a los profesionales del agro y ciencias afines, junto a los productores agropecuarios y a los diferentes niveles de gobierno, a repensar las estrategias que hasta el momento se han venido aplicando en este vital sector para el interés nacional.
Entre estos retos, destacan los cambios en los patrones de lluvias y periodos de sequía que han venido ocurriendo que han originado desde dramáticas inundaciones con importantes daños en cosechas y cría de animales, hasta la disminución en la superficie de siembra y perdida de cosechas, así como la muerte de rebaños, por escasas precipitaciones, como las sufridas en estos últimos tres años.
No es la intención de esta columna el analizar las causas ciertas que están originando estas desviaciones en los patrones de precipitación en nuestro país.
He visto discusiones importantísimas, con argumentos técnicos, de verdaderos especialistas en el área de la meteorología y la geografía sobre si realmente el fenómeno global de “El Niño”, o “La Niña”, a nivel local tiene algún efecto al respecto, y en una perspectiva aun más amplia, existe diversidad de criterios entre científicos si realmente se debe hablar de “Calentamiento global” como un fenómeno cíclico del planeta, y no de “Cambio climático”.
En lo personal, para desarrollar el tema que deseo plantearles, y despertar su reflexión sobre la obligatoria necesidad que tiene nuestro país de dedicarse a definir cambios radicales en su modelo agrícola, e igualmente en el económico y político, tomare como válida la posición aceptada y difundida por la Organización de Naciones Unidas (ONU) a través de sus organismos especializados en este tema.
Analizare dos diferentes aristas de los efectos que pueden tener los cambios que se están produciendo en el régimen de lluvias y temperaturas en el planeta sobre la disponibilidad de alimentos para el pueblo venezolano.
La primera de ellas tiene que ver con la alta dependencia que tenemos de productos importados y de cómo el clima afectara la producción de los mismos en sus países de origen.
La segunda, cómo está afectando, y del riesgo de afectaciones futuras aun mayores, las variaciones climáticas la producción interna de alimentos de no plantearse medidas serias y eficientes para mitigar el impacto de estos cambios en la agricultura y ganadería venezolana
El cambio climático
Según la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Río de Janeiro (1992) por Cambio Climático se entiende un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables.
En opinión de Ban Ki-moon Secretario general de la ONU el Cambio climático está afectando al tiempo de todo el mundo.
El clima es más extremo y perturba los patrones establecidos.
Ello implica más desastres, más incertidumbre. Igualmente los expertos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) afirman que muchos de los cambios observados en el sistema climático desde 1950 “no tienen precedentes ni en decenios ni en milenios”.
Pronostican que la temperatura del planeta subirá entre 0,3 y 4,8 grados en el siglo XXI y que el mar podría subir entre 26 y 82 centímetros a finales de este siglo.
Las olas de calor se producirán con más frecuencia y durarán más tiempo.
Michel Jarraud, Secretario general de la Organización Mundial de Meteorología (OMM), en su Boletín anual sobre gases de efecto invernadero, afirmo: “Tenemos la absoluta certeza de que el clima está cambiando y de que las condiciones meteorológicas son cada vez más extremas debido a actividades humanas como la quema de combustibles fósiles”.
El tiempo que queda para mitigar el cambio climático se acorta debido a que la concentración atmosférica de gases de efectos invernadero, su principal causa, sigue aumentando a niveles sin precedentes, según confirman datos divulgados por este organismo.
Con el calentamiento de la Tierra habrá más precipitaciones en las regiones húmedas y menos en las regiones secas, aunque habrá excepciones.
El Banco Mundial ha señalado que algunos factores producto del cambio climático como sequías, inundaciones, incremento del nivel del mar, podrán agravar la producción alimenticia con la ocurrencia de masivas carestías en varios lugares, tan pronto como en 2030.
El Quinto Reporte de Evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) reúne la información más reciente y exhaustiva referente a las causas y consecuencias del cambio climático a nivel mundial.
Se trata de un trabajo de 830 expertos de 85 países, con más de 5 mil páginas de contenido.
En este informe las proyecciones climáticas indican aumentos en la temperatura en toda América Latina para 2100.
Con respecto a las tendencias proyectadas de precipitación en la región este informe proyecta incrementos o descensos en las precipitaciones de la región.
La variación en la precipitación para América del Sur indica que las precipitaciones varían geográficamente, con una reducción significativa de -22% en el noreste de Brasil y un incremento de +25% en el sudeste de América del Sur. Para 2100, las proyecciones indican un aumento en los períodos de sequía en la región tropical de América del Sur, al este de los Andes.
CAMBIO CLIMÁTICO EN VENEZUELA
Según Juan Carlos Sánchez, profesor de la UCV y miembro del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU, basándose en un estudio realizado por la Universidad de Hawai, el cambio climático pone a Venezuela en cuenta regresiva.
Los estudios estiman que, de no reducirse las emisiones de gases de efecto invernadero, la quema de combustibles y el uso de energías contaminantes, el país podría registrar un récord de temperaturas no visto en los últimos 150 años.
Según la organización ambiental Vitalis, las temperaturas en el territorio nacional se prevén aumenten entre uno y dos grados centígrados más en los próximos años.
Las consecuencias: mayor sequía, pérdida de cultivos y más insectos plagas (con propagación de enfermedades parasitarias como malaria y dengue), entre otros.
Otro estudio publicado en la revista científica
Plos One alega que Venezuela pertenece a dos de las diez regiones prioritarias para el cambio climático: El área de los Andes (junto a Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina) y el de las tierras altas de Guayana.
Nuestro país por ser altamente dependiente de la energía obtenida de combustibles fósiles como el petróleo, ha desaprovechado su elevada potencialidad para la producción de energías limpias como la hidroeléctrica, solar y eólica, por lo cual aun cuando no está entre los primeros lugares de los países productores de gases de efecto invernadero en Latinoamérica, no deja de ser apreciable su aporte.
Un aspecto muy importante a considerar en este punto es el perverso daño que se ha permitido en Venezuela durante décadas en las principales cuencas hidrográficas del país, permitiendo su intervención desmedida, deforestando grandes extensiones.
Venezuela, según datos gubernamentales, presenta una tasa de deforestación anual de 140.000 hectáreas, lo cual es señal de alarma, ya que la deforestación es una de las principales causas del calentamiento global, por dos razones: primero porque generalmente está asociada a la quema, generando directamente gases de efecto invernadero, y segundo, porque toda esa vegetación destruida deja de ser un elemento capturador de CO2, por lo cual, favorece su mayor acumulación en la atmósfera
La gravedad de esta situación es aún mayor si se considera que la deforestación está referida a cuencas particularmente sensibles en lo que respecta al balance hidrológico del país.
Existen dos casos que sobre salen del resto, por estar ambos asociados a la explotación mineral.
La deforestación del sur del estado Bolívar para la búsqueda de oro que ocurre desde hace décadas, y la pretendida explotación de carbón en la Sierra de Perijá del estado Zulia, que distintos gobiernos han intentado, pero afortunadamente han tenido que ceder en sus pretensiones
Incrementos de la temperatura media anual y disminución en las precipitaciones podría generar cambios importantes en la hidrografía del país, especialmente en la sostenibilidad de los cuerpos de agua subterráneos, y la acumulación del preciado liquido en embalses destinados al riego, y al consumo humano, lo cual evidentemente tendría un importante efecto en la agricultura de regadío actual, y en la posibilidad de desarrollo de nuevas áreas de Venezuela.
CAMBIO CLIMATICO Y DISPONIBILIDAD DE ALIMENTOS
El cambio climático, amenaza la producción agrícola mundial por alza de temperaturas, cambios en las pautas de lluvia, e incremento de la concurrencia de eventos climáticos extremos como sequías e inundaciones, lo cual pone en duda inclusive la disponibilidad de tierras aptas para la agricultura y la ganadería.
Preocupa que la productividad no se incremente de manera rápida para hacer frente a la demanda por alimentos.
Si no se revierte esta situación lo antes posible, estaremos frente a una potencial crisis global alimentaria.
Organizaciones internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
y la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), pronostican un crecimiento más bajo en la productividad agrícola mundial para los próximos diez años.
Lo ubica en 1,5 por ciento anual, que es bajo en comparación con el 2,1 por ciento entre 2003 y 2012.
Se estima que los países en desarrollo pueden experimentar una disminución de su productividad agrícola de 9 a 21 %, como resultado del calentamiento global. Una reducida expansión de las tierras agrícolas, alza de los costos de producción, creciente escasez de recursos y aumento de las presiones ambientales son los factores que mencionan para sustentar el bajo crecimiento.
Si se considera que para el año 2050 se estima que la población del mundo estará alrededor de los 9.000 millones de personas, para poder satisfacer las necesidades alimenticias de esta población, además de mejorar el patrón de distribución de alimentos, se calcula que la producción actual debería de incrementarse entre un 70 a 100 por ciento, si queremos evitar que alrededor de 1.000 millones de personas sufran hambre para ese momento.
Para Venezuela, un país que hoy en día depende de los mercados externos para darle alimentos a su pueblo, esta situación debe llamarnos a todos a la reflexión.
Actualmente estamos importando el 75 % del maíz amarillo, 50 % del maíz blanco, 70 % de la azúcar, 80 % del café, 100 % del trigo, 50 % del arroz, 60 % de la carne de res, 70 % de la leche, 90 % de las grasas que consumimos, por lo cual somos un país vulnerable a los vaivenes de la capacidad de producir alimentos de otras naciones que según los reportes internacionales están sufriendo los embates del los cambios en sus regímenes de temperatura y precipitaciones.
El próximo lunes, en la parte II de esta columna analizaré cómo ha ido determinando el cambio en el patrón de lluvias la producción agrícola vegetal y animal en nuestro país en estos últimos años, qué debemos esperar para las décadas siguientes, y presentaré algunas propuestas para la construcción del nuevo modelo agrícola que debemos implementar para garantizar la sostenibilidad del sector, y el suministro oportuno de alimentos a los más de 40.000.000 de personas que cohabitaran en Venezuela para el año 2050.