Maria Beatriz Parilli Ultima Hora Digital
La
importación de maíz amarillo que realizaron las industrias a través del
Gobierno nacional, afectó la colocación de la cosecha venezolana, ya que
todavía queda materia prima sin vender a las plantas procesadoras de alimentos
balanceados para animales.
“No hemos podido vender todo el maíz amarillo que produjimos el año pasado porque parte de la industria, con la autorización del Gobierno, importó este cereal a una taza de cambio de 6 bolívares por dólar, lo que significa que llegó a los puertos un producto sumamente económico, que no hizo que fuera atractivo comprar la cosecha nacional”, dijo Luis Miguel Jiménez, directivo de la Asociación de Productores Rurales de Portuguesa (Asoportuguesa).
Tal situación ha devenido en que no se haya podido vender “buena parte de la cosecha de maíz amarillo, lo que corta la iniciativa del productor de seguir en la actividad, al traerse un rubro importado que, como sabemos, es de menor calidad, ayudando a prosperar a los agricultores extranjeros y acabando con los venezolanos”, afirmó el directivo.
Jiménez sostuvo que la situación de los agricultores no es fácil, si se toman en cuenta los altos niveles de inseguridad, la cantidad de trámites administrativos que surgen continuamente y las trabas existentes para algunos procesos como la movilización de urea y el registro del productor.
Retrasos
Luis Manuel Jiménez, directivo de Asoportuguesa, manifestó que el desarrollo del actual ciclo norte-verano se ha visto signado por los retrasos en la cosecha de cereales del período de invierno del año pasado, lo que hizo que disminuyera la siembra del sorgo y girasol, teniendo como única alternativa el cultivo de ajonjolí, cuya producción es “riesgosa” por distintos factores.
“Ante el crecimiento de la superficie de siembra de ajonjolí, es posible que nos falten cortadoras para sacar el rubro, a parte de que probablemente habría que importar la cabuya de sisal para la cosecha, porque su producción ha bajado”, apuntó Jiménez, al agregar que la falta de algunos insumos herbicidas también está afectando la protección de los cultivos en el campo.
“No hemos podido vender todo el maíz amarillo que produjimos el año pasado porque parte de la industria, con la autorización del Gobierno, importó este cereal a una taza de cambio de 6 bolívares por dólar, lo que significa que llegó a los puertos un producto sumamente económico, que no hizo que fuera atractivo comprar la cosecha nacional”, dijo Luis Miguel Jiménez, directivo de la Asociación de Productores Rurales de Portuguesa (Asoportuguesa).
Tal situación ha devenido en que no se haya podido vender “buena parte de la cosecha de maíz amarillo, lo que corta la iniciativa del productor de seguir en la actividad, al traerse un rubro importado que, como sabemos, es de menor calidad, ayudando a prosperar a los agricultores extranjeros y acabando con los venezolanos”, afirmó el directivo.
Jiménez sostuvo que la situación de los agricultores no es fácil, si se toman en cuenta los altos niveles de inseguridad, la cantidad de trámites administrativos que surgen continuamente y las trabas existentes para algunos procesos como la movilización de urea y el registro del productor.
Retrasos
Luis Manuel Jiménez, directivo de Asoportuguesa, manifestó que el desarrollo del actual ciclo norte-verano se ha visto signado por los retrasos en la cosecha de cereales del período de invierno del año pasado, lo que hizo que disminuyera la siembra del sorgo y girasol, teniendo como única alternativa el cultivo de ajonjolí, cuya producción es “riesgosa” por distintos factores.
“Ante el crecimiento de la superficie de siembra de ajonjolí, es posible que nos falten cortadoras para sacar el rubro, a parte de que probablemente habría que importar la cabuya de sisal para la cosecha, porque su producción ha bajado”, apuntó Jiménez, al agregar que la falta de algunos insumos herbicidas también está afectando la protección de los cultivos en el campo.
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