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26 dic 2015

Sur del Lago: El becerro que no nació en cinco años

Tras cinco años los niveles de producción de leche y carne están sin arrojar resultados alentadores para el potencial de las tierras sureñas. Invasiones violentas, regularizaciones y presencia de empresas de producción sociales se asientan en la zona que en el pasado tenían una gama de cosechas agrarias. 
Yasmin Ojeda   La Verdad

Ya deberían estar naciendo los primeros becerros en Colón. 
Cinco años, según los productores es el tiempo para iniciar una vaca y ver nacer su primer crío. 
El Inti aún tiene cuentas. Los datos de productividad son precarios. 
Lo que sí es cierto es que se cumple un año más de la intervención de tierras en Sur del Lago. 
“No fueron expropiaciones” porque aún se debe la indemnización a los productores dueños de las fincas, reflexiona Werner Gutiérrez, exdecano de la Facultad de Agronomía de LUZ. 
Y como no tiene un proceso legal, de acuerdo a la Ley de Expropiación por causa de utilidad pública o social, se apunta que hay “ilegalidad” en ocupación de bienes privados.  
En diciembre de 2010, mediante un decreto de emergencia por las lluvias se anunció la toma de 47 predios. 
A sus dueños les acusó de ser "latifundistas y esclavizar" a los trabajadores, según el Ministerio de Agricultura y Tierras. 
Una rectificación llegó al verificarse que un tercio no superaba las 50 hectáreas. 
El resto de las señaladas quedaron en manos del Inti.  
Fue una medida que corresponde a un “modelo” aplicado por el Gobierno nacional que “fracasó”. 
Política agraria que originó -parte de- “la escasez en Venezuela”, acentúa Gutiérrez. 
“Todo ese proceso se llevó a cabo basado en la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. Ley que tiene rasgos inconstitucionales”.
Tras cinco años los niveles de producción de leche y carne están sin arrojar resultados alentadores para el potencial de las tierras sureñas. Invasiones violentas, regularizaciones y presencia de empresas de producción sociales se asientan en la zona que en el pasado tenían una gama de cosechas agrarias. 
De la Hacienda Bolívar, conocida por ofrecer el churrasco de “mejor calidad” por la raza santa gertrudis, “se perdió ese patrimonio”, asegura Gutiérrez. 
En Olla Grande, distinguida por la exportación de plátanos, hay presencia de la plaga de la sigatoka que cubre las plantaciones. Era una finca “modelo en tecnología. 
Con estudiantes de la Universidad del Zulia visitábamos para conocer los últimos avances”. 
Las tierras que ahora no exhiben productividad fueron una “vitrina para Venezuela”.
 Efecto dominó
Leonardo Figueroa Merchán, presidente de Asogata, lamenta las consecuencias derivadas de las intervenciones. 
Se perdió la recepción de animales para la ceba que procedían del sur del Zulia. 
Considera que “fue una política equivocada. Se afectaron unidades productivas que hoy han sido abandonadas. Bajaron los niveles. Muchos de esos becerros mautes no llegan a Táchira” para continuar los ciclos de la ganadería. 
“Lo más grave es la desconfianza que genera este tipo de medidas. No se respeta la propiedad privada. 
Algo similar pasó en Apure con hatos emblemáticos, se afectó la producción nacional y más grave es que con la crisis alimentaria y la caída del petróleo no se puede importar para cubrir el déficit”, resalta Figueroa.

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