Avpa July Urdaneta Ver Trabajo Completo.
Hoy, como siempre, es pertinente reflexionar críticamente acerca de
nuestra alimentación, porque estamos en un momento de transición donde el
mundo ha dejado de preocuparse por la escasez y empieza a preocuparse por
la abundancia, pero esto irónicamente, en nuestro país aún no sucede ya
que la problemática “falta de pastos de buena calidad” en la época de
verano para alimentar a los bovinos productores de carne y leche en los
diferentes sistemas de explotación pecuaria que existen en Venezuela sigue
latente como hace 20 años atrás.
Es conocido por todos que el pastoreo es
la forma más barata que tienen los productores para alimentar a su ganado en
condiciones tropicales, de allí el lema “la base de la
alimentación animal es el pasto” en cantidad y calidad suficiente para
satisfacer los requerimientos nutricionales de cada bovino.
Sin embargo, el mal manejo de los
pastos provoca signos evidentes de degradación, ocasionados por las prácticas
inapropiadas de manejo; tanto en la fase de establecimiento, como en su
fase productiva y baja producción en nuestro ganado, aunado al impacto
ambiental negativo (Bernal, 2003).
Entonces, ¿Qué logramos si aplicamos las
prácticas de manejo de potrero?
• Una rápida recuperación del pasto,
después de cada pastoreo.
• Mantener un equilibrio entre las
especies de pastos existentes y las que le
son más útiles al ganado.
• Poder cosechar mayores cantidades de
pasto y mejorar su calidad nutritiva.
• Reducir los costos de mantenimiento del
ganado.
• Aumentar la producción animal, en número
de animales y por hectáreas.
• Evitar la competitividad del pasto con
las malezas.
• Establecer un equilibrio con el ambiente
al interactuar con la flora y fauna
del suelo.
• Lograr buena cobertura del suelo.
¡Pero como la realidad del manejo de los
pastizales es otra! También, existen
otras formas económicas de alimentar los
bovinos como lo son los pastos de corte (Elefante, Kin grass
verde y morado, caña de azúcar) y otras más costosas como los
concentrados. Sin embargo, el cultivo de la caña de azúcar, más que cualquier otro
cultivo, tiene una alta eficiencia en la captación de energía solar y un gran potencial
de producción; lo que permite maximizar la producción de biomasa por unidad
de superficie. Sin olvidar que las variedades y/o cultivares de caña de azúcar
obedecen su respuesta agronómica a factores que afectan la fotosíntesis de
la planta, tales como luz, temperatura, bióxido de carbono, disponibilidad de agua
(durante el período de germinación y macollamiento) y nutrientes, y edad de la
planta (Urdaneta, 2004).
La selección y escogencia de una caña para
uso forrajero y con potencial para la alimentación de los
bovinos deben poseer características de producción y calidad nutricional
que combinen la obtención de altos rendimientos de biomasa por unidad
de superficie con altos niveles de consumo y producción (Albarracín et al., 2004),
sin embargo las variedades más utilizadas en la alimentación animal son las
que presentan las características señaladas por Mateus et al., 1997; tales como:
• Periodos vegetativos cortos.
• Alta precocidad
• Alto poder de germinación
• Alto macollamiento
• Distancia entre nudos amplia
• Que sean blandas
• Ausencia de pelusa
• Buena relación hoja/tallo
• Bajo deshoje y bajo espigamiento
• Borde de la hoja no aserrada
• Persistencia al corte
Paralelamente, a estas cualidades se les
debe incorporar el porte de la planta ya que por ser una
planta alta y de crecimiento erecto ha determinado su utilización, en
la alimentación animal, primordialmente para ensilaje, corte y acarreo. En resumen,
una caña forrajera es aquella que tienen buena relación de hojas y que presenten
un hábito de crecimiento que permita la cosecha mecanizada o manual fácilmente
y que su volumen de producción en biomasa sea alto, permitiendo ser una
fuente de alimento energético para los bovinos. (Urdaneta, 2005).
No hay comentarios:
Publicar un comentario