Agricultura y Economía

Para producir los alimentos que requiere el país deben cesar el terror agrario y los controles.

PEDRO E. PIÑATE B. |  EL UNIVERSAL

Sobre la necesidad de planes agrícolas concertados con los productores privados, para el corto, mediano y largo plazos, hablan por sí solos la escasez y el desabastecimiento de alimentos que apenas comenzamos a sufrir. 

También la falta de dólares para importar alimentos terminados, materias primas, maquinarias y los indispensables agroinsumos incluyendo las nuevas tecnologías para su producción competitiva en el país. 

En estas difíciles circunstancias, aumentar sustancialmente la producción agroalimentaria exige tomar la autopista de la productividad y hacerlo en forma sustentable y permanente. 

De otra manera la escasez y el desabastecimiento serán crónicos, al seguir la oferta interna de alimentos insuficiente y la externa o importada, limitada por la insuficiencia de dólares.

Con estas perspectivas, la relación de la agricultura a la economía no puede perderse de vista, requiriendo integrar los planes agrícolas concertados a la política agrícola que siendo parte de la económica, aquí no existe. 

De allí la dificultad de lograr que la reunión coyuntural gobierno-productores, lleve a mayores resultados y permanentes. Sin política agrícola -la que estimula y protege la producción sustentable y competitiva, se atiende solo la inmediatez de la siembra o cosecha. 

Sigue la incertidumbre cíclica del productor y la producción, que es también la de los mercados y los consumidores que no encuentran qué comprar para comer pagando además cada vez más caros los alimentos.

Por su parte, la política económica requiere de ajustes fundamentales que no esperan más. El alivio sintomático no resuelve las causas y los signos persisten peligrosamente. 

Ese es el caso de la escasez de alimentos cuya cura segura es la agricultura pero se trata solo con más importaciones. 

Para producir los alimentos que requiere Venezuela deben cesar primero el terror agrario y los controles que acaban con la propiedad e inversión privada. 

El encierro ideológico en doctrinas fracasadas solo agrava la economía enferma.