Se estima que “130 millones de habitantes de los centros urbanos en África y 230 millones en América Latina” practican la agricultura en estas zonas, sobre todo horticultura, para suministrar alimentos a sus familias u obtener ingresos por la venta de sus productos, sin embargo, otros informes de este mismo organismo son más optimistas y afirman que esta práctica es realizada por “800 millones de personas en todo el mundo”.
En el año 2013 la FAO realizó en 2013 una encuesta en 23 países, para evaluar el estado de la agricultura urbana y periurbana en América Latina y el Caribe.
Esta investigación confirmó que “la agricultura urbana y periurbana está muy difundida en la región.
En Venezuela el Presidente Nicolás Maduro crea a partir del mes de enero pasado el Ministerio del poder popular para la Agricultura Urbana y Rural, y hace escasos 10 días anunció la instalación de el “Órgano Superior del Plan de Agricultura Urbana y Periurbana” que según él mismo afirmó se encargará de “conducir la construcción del movimiento nacional de agricultura a pequeña escala”, para lo cual deberá desarrollar y consolidar el “Sistema Nacional de Agricultura Urbana y Periurbana”.
Dentro de este grupo de anuncios, el gobierno venezolano ha informado su intención de desarrollar el “Plan 100 Días para la Siembra Urbana” que en una primera etapa, contempla “la siembra de 1.200 hectáreas con 13 rubros, entre ellos acelga, cilantro, cebollín, berenjena, calabacín, pepino, tomate, cebolla, ají dulce, remolacha, pimentón, zanahoria y lechuga”, y asegura producir 30.000 toneladas de estos rubros.
Para dar soporte a este plan el Jefe de Estado venezolano autorizó un fideicomiso de 3.000 millones de bolívares de la cartera agrícola a través de un convenio entre el Ciara y el Banco Agrícola de Venezuela, cuya inversión, según palabras del propio presidente, se “hará de manera inmediata para desarrollar esta materia de gran importancia nacional”.
En el país en general, este tipo de anuncios han sido recibidos con gran escepticismo, y se han levantado desde varios sectores profundas críticas tomando en cuenta varios aspectos que hacen presagiar un nuevo fracaso que solo conducirá al despilfarro de recursos y a la pérdida de un tiempo valioso para darle respuesta oportuna a las verdaderas necesidades de alimentos por parte de la población venezolana.
Entre quienes han levantado su voz de alerta sobre el anuncio de este plan de agricultura urbana me incluyo, basando nuestra posición en cinco aspectos fundamentales que me permiten asegurar que estamos ante un nuevo fracaso gubernamental y un nuevo desencanto entre quienes de buena fe, pudiesen una vez más, depositar su esfuerzo y empeño en esta iniciativa del mismo modelo aplicado en Venezuela desde hace 17 años.
Pasemos a analizar uno a uno los argumentos que hemos presentado.
Primero, aun cuando según la FAO existen experiencias muy positivas en América Latina y El Caribe en el desarrollo de la agricultura urbana, en Venezuela existen antecedentes muy negativos durante el gobierno Hugo Chávez Frías – Nicolás Maduro en este tipo de programas.
En el año 2003, bajo el mandato de Hugo Chávez Frías se inicia a nivel nacional el programa de cultivos organopónicos que prometió el desarrollo de 1000 hectáreas de huertos en centros urbanos con el apoyo de la FAO y el gobierno de Cuba.
Cuatro años después, el ministro Elías Jaua, comunica a la FAO el cese de este programa ante el fracaso rotundo del mismo, quedando cesantes para ese momento más de un centenar de agro técnicos que habían sido contratados por el gobierno para darle soporte a este programa.
Solo grandes anuncios y estructuras abandonadas sobrevivieron a esta iniciativa, además del derroche de millones de bolívares.
Segundo aspecto importante a considerar con respecto a este nuevo plan, según los reportes presentados por el Banco Central de Venezuela y por parte de organizaciones especializados, los productos alimenticios que mas escasean en los hogares venezolanos son la leche, la azúcar, el café, la harina de maíz, harina de trigo, pastas, arroz, el aceite y la margarina, alcanzado hasta sobre un 80 % de ausencia en los anaqueles de los expendios de alimentos.
A estos rubros hay que sumarle la carne bovina, el pollo y los huevos, productos que se unen a esta lista en oportunidades por no encontrarse en abastos y supermercados, y en otras por el elevado precio que los hace inaccesibles.
Como puede observarse, los productos alimenticios que ofrece el gobierno serán producidos en el plan de agricultura urbana, en nada resuelven las necesidades más inmediatas de los hogares venezolanos.
Los rubros anunciados en esta primera etapa, son principalmente hortalizas, rubro en el cual nuestro país, a pesar de la caída de la producción en el 2015 con respecto al 2014, aun somos capaces de satisfacer la demanda interna con la producción de nuestros centros agrícolas de producción.
En este mismo sentido pasemos a analizar el tercer aspecto que a nuestro entender contradice la parafernalia gubernamental y sus argumentos del éxito de este plan.
Es injustificable en un país que dispone de alrededor de 34 millones de hectáreas con potencial agrícola vegetal, animal, forestal y acuícola, de las cuales solo se utiliza un 25 %, el pretender llevar a sus ciudades la producción de alimentos.
Es aun mas contradictorio, que en las ciudades donde se plantea iniciar este plan (Barcelona, Barquisimeto, Caracas, Los Teques, Maracaibo, Maracay, Mérida y Valencia) tienen a su alrededor a escasos 45 minutos de viaje o menos, importantes desarrollos hortícolas en los cuales históricamente el país ha destinado sumas millonarias de dinero en su establecimiento.
Citare solo uno para fundamentar mi argumento. A la ciudad de Barquisimeto, la separan escasos 15 a 20 minutos de uno de los principales centros de producción de hortalizas del país, el Valle de Quibor y sus alrededores, área en la cual inclusive es desarrollado desde varios años el sistema para conducir agua desde Yacambú hasta esta zona, para maximizar aun mas su potencial para producir hortalizas y otros rubros agrícolas.
Los factores que limitan actualmente la producción agrícola en Quibor, así como en otros centros naturales de producción de hortalizas en Venezuela tales como las zonas altas de Mérida, Trujillo y Táchira, o la Colonia Tovar en Aragua entre otras, es la falta de agroinsumos, y la escasez de agua. Ambos aspectos constituyen el cuarto argumento que presentamos en contra de la viabilidad del “Plan 100 días para la agricultura urbana” del gobierno venezolano.
En la casi totalidad de las ciudades involucradas en este plan sus habitantes sufren un fuerte racionamiento de agua. Cómo se pretende entonces llevar la agricultura a estas ciudades cuando todos sabemos que “sin agua, no hay agricultura posible”.
La FAO en sus informes habla de la posibilidad de reutilizar aguas servidas para el riego en la agricultura urbana, sin embargo, en Venezuela no existe actualmente ni la cultura ni la plataforma tecnológica instalada para establecer ni siquiera en el mediano plazo esta solución.
Además de la escasez de agua, la falta de agroinsumos es el otro elemento que limita la producción en los campos venezolanos, e igual limitara la producción en este intento del gobierno nacional de producir alimentos en las ciudades.
Prácticamente, el 100 % de las semillas de hortalizas en el país son importadas, y desde el año 2014 se vienen presentado serias fallas en el abastecimiento de las mismas, ya que los proveedores internacionales se niegan a continuar enviándolas hasta tanto se les cancele una deuda que supera los 20 millones de dólares.
La carestía de agroinsumos necesarios para la producción de hortalizas no se limita solamente a semillas.
No hay disponibilidad suficiente de mangueras y otros implementos para riego, no hay fertilizantes ni otros bioinsumos.
Aun cuando se pudiese argumentar que se emplearan fuentes de fertilización orgánicas elaboradas dentro de los mismos huertos, es imposible pensar en alcanzar los rendimientos ofrecidos por el plan presentado por el gobierno, de 30.000 kilogramos por hectárea en 100 días, sin hacer uso de las más modernas tecnologías disponibles en el mercado mundial.
Inclusive, en la segunda fase del plan gubernamental se contempla la cría de peces, aves, cerdos y caprinos.
Sería importante conocer cómo piensan sustentar estos sistemas en las ciudades, cuando los pollos de engorde, gallinas ponedoras y cerdos en las granjas de las zonas rurales “mueren literalmente de hambre” en estos momentos ante la carestía de alimentos balanceados.
Solamente en el Municipio Mara del estado Zulia, los especialistas y productores advierte que 500.000 aves están en riesgo por falta del alimento que las sustentan, y se han declarado en emergencia.
Como quinto y último de mis argumentos “por ahora” para soportar mi afirmación que lastimosamente este nuevo plan del gobierno venezolano para la producción de alimentos será un fracaso, es la excesiva carga ideológica que se le ha dado al mismo.
La misma FAO recomienda en sus informes que para crear y darle sustentabilidad a este tipo de programas “es necesario el apoyo de los gobiernos, desde el nivel local hasta el central”.
Nicolás Maduro y su gobierno, fiel a la costumbre iniciada por Hugo Chávez Frías, continua segregando a quienes piensan diferente, y lejos de involucrar a las distintas instancias de gobierno en un proyecto de esta magnitud, crea un nuevo ministerio, construye nuevas estructuras en momentos precisamente donde lo que escasea mas en Venezuela son los recursos económicos para seguir soportando el crecimiento de un estado ineficiente.
Lo más grave, deja a un lado a diferentes instituciones y organizaciones que bien pudieran dar importantes aportes para la reconstrucción del aparato productor de alimentos en Venezuela.
Todo, porque para el gobierno nacional continua siendo más relevante el desarrollo de su proyecto político, que los verdaderos interés de la nación.
Nuestro pronostico, es que el país perderá cien días más en esta carrera contra el tiempo para resolver la escasez e inflación de alimentos, mientras nuestro gobierno continua su imaginaria lucha contra una supuesta guerra económica, y desconoce las voces que desde las academias, universidades, colegios profesionales y los verdaderos gremios agrícolas, continuamos, y continuaremos, presentando verdaderas soluciones a la grave problemática que afecta 30 millones de venezolanos, y les impide el disponer de los alimentos necesarios en la cantidad y momento que así los requiera.