El control de precio de los alimentos establecido por el gobierno desde hace más de una década no ha impedido que los venezolanos tengan que pagar cada vez más por los productos básicos.
La escasez en los supermercados los lleva con frecuencia a acudir a mercados informales, en los que no existen regulaciones y el precio asciende en cuestión de horas.
“Trabajas toda la semana y cuando cobras el sueldo no te alcanza para prácticamente nada.
La única manera de comprar la comida más barata es haciendo varias horas de cola en un supermercado, pero entonces no tienes tiempo porque debes trabajar.
Estamos de manos atadas, y si acudes a un buhonero te cobran lo que les da la gana”, afirmó Nancy Bustamante, empleada de una tintorería en Los Palos Grandes.
Los trabajadores que, como Bustamante, cobran sueldo mínimo son los más afectados.
Si acuden a puntos de venta informales, los 9.648 bolívares que reciben como remuneración apenas les cubre 9 de los 58 productos que integran la canasta alimentaria del Cendas, Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros.
En puestos de buhoneros de la redoma de Petare en Caracas, un kilo de harina de maíz, que según la Superintendencia de Precios Justos está en 19 bolívares, se consigue en 400 bolívares, la leche en polvo que indica 70 bolívares la venden en 1.500, un kilo de café que cuesta menos de 50 bolívares lo despachan en 1.600 y un litro de aceite que está en 25 bolívares lo expenden hasta en 500 bolívares, mientras que el kilo de azúcar que marca 24 bolívares, el de arroz 25 bolívares y el de pasta 15 bolívares se encuentran en 350 bolívares cada uno.
En frigoríficos también se exhiben precios por encima de los establecidos por el gobierno: el kilo de carne de primera, regulada en 250 bolívares, la vende hasta en 2.000 bolívares, un pollo de 3 kilos que debería costar menos de 200 bolívares lo comercializan en 2.850 bolívares.
Laura Márquez trabaja en una empresa de telecomunicaciones donde gana 18.000 bolívares –salario promedio en el país según firmas nacionales– y pasa por una situación similar a la de Bustamante.
“Todo el dinero lamentablemente se nos está yendo en comida y ni siquiera es que estamos comiendo bien. Nos hemos tenido que ver en la necesidad de cohibirnos de cosas que antes hacíamos como salir de paseo, llevar al niño a un parque de diversiones, incluso comprar ropa o zapatos”, dijo.
Explicó que para rendir el dinero en su casa lo que hacen es que le dan prioridad a la alimentación de su hijo de 6 años, que es el que está en edad de crecimiento.
“Gano más que un sueldo mínimo, pero igual no alcanza. Un kilo de carne solo rinde para dos comidas.
Nos ha tocado dejar de comerla tan seguido. Ni hablar de las caraotas, que pasan de 1.200 bolívares el kilo”.
Incluso un profesor universitario a dedicación exclusiva, que devenga al mes 36.000 bolívares, o 3,8 sueldos mínimos, no puede llevar a su casa los productos que integran la canasta alimentaria.
Si compra un kilo de chuletas ahumadas, por ejemplo, ya estaría gastando 1.500 bolívares. Por una lata de atún 950 bolívares y si quisiera llevar un kilo de queso blanco tendría que cancelar 2.000 bolívares más.
“La inflación nos pega mucho, los tickets alimentación que debería ser lo único que se use en comida te lo gastas solo en charcutería.
No nos queda de otra que sacar dinero hasta de las tarjetas de crédito para estirar el dinero”, refirió Luisa Lugo el jueves, cuando hacía cola en un supermercado en Los Ruices.
Más colas
El incremento de precio de los alimentos ha sido una de las causas de que en el último año haya aumentado la cantidad de gente que hace cola en los comercios formales, afirmó Carlos Álvarez, economista miembro de Ecoanalítica: “Los sueldos no suben al mismo ritmo que los precios de los alimentos.
Eso hace que quien antes podía comprar un producto en el mercado informal ahora deba ir a los supermercados, donde si respetan los precios regulados”.
Recordó que los controles de precios, como han advertido representantes gremiales, en vez de frenar la inflación ha contribuido a generar distorsiones en la economía.
La firma para la que trabaja calcula que este año la inflación estará en 296%: “Es nuestra proyección, suponiendo que se tomen medidas como devaluar y decretar el incremento del precio de la gasolina.
Si eso no se lleva a cabo la inflación puede estar muy por encima”.
Con la inflación prevista para el cierre de 2016, Ecoanalítica calcula que la caída del poder adquisitivo será de 31%.
La difícil situación en la que se encuentran los trabajadores ha llevado a que muchos de ellos decidan buscar empleos informales para obtener más ingresos, añadió.
“Al venezolano le ha tocado buscar nuevas formas de ingresos, trabajar más porque de otra manera no puede reunir para cubrir sus gastos”.
Álvarez prevé que por esa situación este año la población ocupada en el sector informal puede crecer dos puntos porcentuales: “El año pasado 47% estaba en el sector informal, estimamos que este año ascienda a 49%”.