TOMÁS SOCÍAS LÓPEZ | EL UNIVERSAL
Una cruel realidad se ha ido apoderando de la cotidianidad de millones de venezolanos y es la espera en largas colas, con la finalidad de comprar alimentos y rubros de la cesta básica a precios regulados.
La restricción de las compras y el hecho de que hay que espera al "día que te toque", según el terminal del número de la cédula de identidad, ha derivado en una especie de "subactividad" económica que en buen criollo ahora conocemos como "bachaqueo" que no es otra cosa que la existencia de personas o grupos de personas que se dedican a "calarse" las colas, adquirir los rubros a precios regulados y revender la mercancía a unos precios que en varios casos superan el 2.000% en comparación con el costo original.
Hace algunos días, el ministro de alimentación, Carlos Osorio, anunció que en los próximos días se dejarán de vender los alimentos regulados de la cesta básica, artículos de cuidado personal y aseo del hogar, por terminal de número de cédula.
No obstante, la medida aún no se concreta y es por ello que cada vez más venezolanos, cansados de las colas y a veces del fracaso de esa jornada, pues en muchos casos, tras horas parados, los consumidores no llegan a que les vendan lo que necesitan, han optado por adquirir los rubros "por los caminos verdes".
Así, se ha desarrollado el "bachaqueo formalizado" o el "bachaqueo a domicilio". Me explico. La primera modalidad consiste en que cada vez más, los comercios formales son abastecidos de los productos de la cesta básica, por personas que hacen las colas en los supermercados grandes y se los venden a precios que exceden la ganancia "justa", si se puede llamar así y llegan a la usura. En ejemplo es que el paquete de medio kilogramo de café que está regulado en Bs. 46, los bachaqueros lo venden en Bs. 250, lo que origina que el comercio que lo adquiere a ese precio, lo puede vender hasta en Bs. 400, dependiendo de la zona de la ciudad.
La segunda modalidad tiene que ver, lamentablemente, con lo que creo que es el inicio de la corrupción más flagrante. Conozco casos en que empleados de supermercados, quienes tienen acceso a los productos regulados, tienen "sus clientes fijos", a quienes se los venden, a precio de bachaquero, con la diferencia de los llevan a las oficinas o a sus casas.
En resumen, creo que estamos cayendo muy bajo como sociedad, donde por necesidad, por cansancio, estamos dispuestos a pagar un precio casi impagable por lo que normalmente deberíamos encontrar en los anaqueles de los expendios.
Entonces ¿hemos caídos en manos del bachaqueo? ¿En un país serio se debería permitir este tipo de desviación?
Las preguntas que surgen alrededor de esta lamentable realidad son muchas. No obstante, debemos decir que el origen de todo son las erradas y continuas políticas gubernamentales que ya son demasiado dañinas para nuestra economía, como son los controles de precios y de cambio, las cuales a su vez han derivado en escasez, inflación y una gran corrupción.
Desde esta tribuna siempre hemos dado el beneficio de la duda a las medidas del Ejecutivo y hemos defendido las mismas, cuando consideramos que son positivas. Sin embargo, la situación ya es demasiado grave y hacemos un llamado a las autoridades para que se pongan a tono con lo que necesita Venezuela.
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