Pacífico Sánchez El Impulso
Rafael Marcial Garmendia será recordado como un extraordinario ciudadano, quien, desde su niñez, se preocupó por el prójimo y, además, destacó como deportista, dirigente gremial y demócrata a carta cabal.
Naturalmente, fue un padre ejemplar, que siguió el ejemplo del trabajo de su progenitor y de su abuelo. Excelente amigo, hombre sumamente responsable y sumamente honesto. Tuvo un profundo arraigo por su tierra, su ciudad y el país.
Hace apenas dos meses y cinco días había cumplido 74 años cuando una complicación del colon demolió su cuerpo de roble, precisamente cuando su familia y sus numerosas amistades tenían la esperanza de que se recuperara de la enfermedad que llegó violentamente como un huracán para sacudir su espíritu combativo.
Nació el 24 de octubre de 1941 en Barquisimeto, cuando todavía esta ciudad era una pequeña población apacible.
Sus padres fueron Marcial Garmendia Murrieta, tocuyano; y María Lourdes Montes de Oca, caroreña. De ese matrimonio también nació Felícita.
El abuelo de Rafael Marcial fue Marcial Garmendia Rodríguez, abogado, quien llegó a ser gobernador de Lara y Yaracuy cuando ambos territorios formaban una sola entidad federal.
Recordaba Rafael Marcial que su padre conoció a María Lourdes Montes de Oca cuando aquel participó como coleador en una fiesta patronal en Carora. Le llevaba veinte años a su cónyugue.
Su padre y su tío, Julio Garmendia, célebre cuentista venezolano, se instalaron en el valle del Turbio, en la finca Santa Bárbara y luego en Chorobobo, para dedicarse a la ganadería. Pero, el escritor decidió irse a Caracas.
Marcial Garmendia Murrieta no sólo fue un hombre dedicado al campo, sino que fue impulsor de la agroindustria.
Junto a otros productores hicieron posible la fundación y funcionamiento de la procesadora Prolaca, una de las primeras empresas en producir leche pasteurizada.
Activo desde jovencito
El kínder lo hizo Rafael Marcial Garmendia, según dio a conocer a los periodistas cuando se le preguntaba sobre sus comienzos en las actividades que hizo desde niño, con las hermanas Vásquez Quiroz y desde el segundo grado hasta el bachillerato estudió en el Colegio La Salle
Mientras estudiaba en ese plantel se dedicó a la enseñanza del catecismo en los sectores pobres aledaños a esa institución y después hizo lo mismo por los alrededores de la escuela Costa Rica y llegó hasta el caserío Trujillito, del estado Portuguesa, donde encontró un pueblo semindígena y semidesnudo.
Le impresionó de tal forma esa situación que de regreso a Barquisimeto organizó colectas para llevarles algunas cosas de utilidad y juguetes a los niños.
Tal actividad desarrolló con tal intensidad que, a los quince años, llegó a catequizar a más de tres mil niños.
Tal actividad desarrolló con tal intensidad que, a los quince años, llegó a catequizar a más de tres mil niños.
Militó en la Juventud Católica y la agrupación Vanguardia, fundada por el hermano Gaudencio, de La Salle. Además de dedicarse a la catequesis, destinó parte de su tiempo a los deportes y jugó fútbol, baloncesto, beisbol y tenis de mesa.
El deportista
En esta última disciplina formó equipos y buscó uniformes y pelotas, que logró mediante la realización de verbenas.
Dirigió muy joven la Asociación de Tenis de Mesa de Lara con tal éxito que pronto se llevaron a cabo competencias en el estado, en la región y en el país.
Creó el torneo nacional Raqueta Lara.
Asimismo fue presidente de la Asociación de Baloncesto de Lara y presidente, durante cinco años consecutivos, de la Federación Nacional de Tenis de Mesa, Fue así como llevó a Venezuela a competencias internacionales.
Una de sus grandes pasiones fue el coleo, cuya asociación en nuestra entidad presidió.
Tenía la particularidad de utilizar una sola mano para colear, lo cual le creó, muchísimo tiempo antes de presidir la asociación, una gran rivalidad entre los demás coleadores de Lara que lo hacían con las dos manos.
A tal punto llegó esa discrepancia que no fue incluido en la selección regional, por lo cual optó por inscribirse en la de Caracas y vino a Barquisimeto para competir en un torneo, donde quedó en el tercer lugar.
“Aprendí a colear como me lo enseñó mi papá”, refería y recordaba con orgullo ese torneo celebrado en esta ciudad, donde su principal fanático era su padre y llegó a derribar dos veces al toro más pesado, de setecientos kilos, mientras recibía atronadora ovación del público que se había dado cita para ver a los mejores coleadores de Venezuela.
También era un jugador de bolas criollas, práctica que desarrollaba con frecuencia.
El campeonato de Cardenales
Rafael Marcial Garmendia presidió, entre los años 89 y 91, la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, cuando por primera vez el equipo Cardenales alcanzó el campeonato en la temporada 90-01, siendo el mánager Domingo Carrasquel.
Hasta entonces el comentario burlón era que Cardenales llegaba como las hallacas, hasta diciembre, porque no ganaba.
Estudios
Volviendo a sus años juveniles, Garmendia a los 17 años, luego de terminar el bachillerato, se fue a Mérida para estudiar ingeniería en la Universidad de los Andes, pero solo duró un año porque cuando su hermana se fue a Caracas, para estudiar en la Universidad Católica Andrés Bello, él decidió también irse a la capital de la República.
Inmediatamente formó parte de la Federación de Centros Universitarios y se dedicó al mismo tiempo a organizar competencias deportivas entre los estudiantes.
En Caracas comenzó a interesarse por la actividad empresarial y tuvo acceso al movimiento Junior, que promovía y estimulaba a los emprendedores.
Estudió hasta el cuato año de ingenería porque su padre enfermó y tuvo que venirse a Barquisimeto para ocuparse de los negocios de la familia.
“Ya estaba ducho en ese tipo de negocios, porque mi padre me había encargado de la contabilidad de las fincas y del pago a los trabajadores”, recordaba.
Por cierto, que tenía un gran respeto y admiración por Juan Canelón, quien fue el primer trabajador que tuvo su padre.
Cuando se enteró de la muerte de Can elón, no sólo estuvo en el acto del velatorio, sino que escribió unas hojas sobre el recuerdo que tenía de ese gran coleador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario