El preámbulo del hambre en Venezuela: la destrucción de su sector agrícola
Werner Gutiérrez Ferrer Mundo Agropecuario
En nuestra primera columna para el portal internacional Mundo Agropecuario titulada “Situación actual, y perspectivas futuras, del sector agroalimentario venezolano. Parte I”, publicada el 26 de enero del presente año, hice un esbozo de las condiciones adversas que enfrentaba este sector estratégico del país con miras a satisfacer las necesidades de una población que ya sobrepasa los 30 millones de habitantes.
Han transcurrido cuatro meses desde ese análisis, en el cual pronosticaba que con el paso del tiempo solo se agravaría aun más el escenario, de insistir el gobierno nacional en la aplicación de un modelo agrícola – económico basado en un estado importador, productor, transformador y distribuidor de alimentos, sin garantizarle al sector privado agroproductor y agroindustrial, las condiciones necesarias para la cosecha y procesamiento de alimentos dentro de nuestras fronteras.
Al observar los balances presentados por la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga), inclusive al revisar la propia Memoria y Cuenta de los Ministerios del Poder Popular de Agricultura Productiva y Tierras, y de Alimentación, podemos concluir que la caída en la producción como consecuencia de insistir en aplicar un modelo agrícola y económico ineficiente y fracasado es prácticamente generalizada en todos los rubros.
Desde el año 2007 he venido alertando al país junto a otros grupos de especialistas en el tema agrícola que de continuar el modelo impulsado desde el gobierno nacional llegaríamos en pocos años a una caída, ya no circunstancial, sino estructural de la producción interna de alimentos, que de coincidir con una baja importante en los precios petroleros, como tristemente ocurrió, pondríamos en riesgo la seguridad alimentaria del Venezolano.
Existe suficiente evidencia en los medios de comunicación impresa y audiovisual, de estas advertencias de nuestra parte.
El año agrícola 2014 presentó números realmente preocupantes. Según datos aportados por el doctor Carlos Machado Allison entre 2009 y 2014 la producción agrícola en Venezuela disminuyó 6,8%, pero al considerar que la población venezolana crece a una tasa del 1,6% anual, la caída per cápita de la actividad agrícola, fue cercana al 17%.
Tomemos como ejemplo solo algunos de los rubros más emblemáticos en la agricultura vegetal venezolana.
Según los balances anuales presentados por Fedeagro para el año 2010 se cosecharon en Venezuela 799.712 hectáreas de maíz, mientras que para el 2014, solo se cosecharon 515.611 hectáreas, denotando una caída de 36 % en la superficie cosechada.
Para el cultivo de sorgo la caída en la superficie cosechada fue aún mayor, 68 %, pasando de 223.934 hectáreas en el 2010 a solo 70.983 hectáreas en el 2014. En caña de azúcar la caída en la superficie cosechada paso de 130.805 hectáreas en el 2010, a 94.976 hectáreas en el 2014, representando una caída de 27 %.
En el año 2010 190.440 hectáreas de café fueron cosechadas en el país según los balances presentados por Fedeagro, cayendo en el 2014 a 168.426 hectáreas, es decir una disminución de 12 %.
Este escenario se repite para la casi totalidad de los rubros agrícolas vegetales, resaltando que en el año 2014, 8 de los 12 rubros principales que producidos mostraron caída en la superficie cosechada al compararse con los resultados del 2013 (- 3% maíz, – 19% sorgo, – 65% girasol, – 31% papa, – 12% tomate, – 24% pimentón, – 8% caña de azúcar y café – 31%), y los otros 4 rubros, solo mostraron una “leve recuperación” que no puede catalogarse como crecimiento si se compara con la producción del año 2007 – 2008.
Desconociendo por completo los llamados que desde varios sectores del agro se hicieron para corregir, el gobierno nacional lejos de rectificar sus políticas, hizo caso omiso, y durante el año 2015, y lo que va del 2016, ha afianzado su modelo del Socialismo del Siglo XXI no solo negándole las posibilidades de crecimiento al sector privado venezolano, sino que sus medidas se han convertido en el lastre que ha originado una caída vertiginosa de la producción de alimentos a niveles jamás registrados en Venezuela.
Con respecto a los resultados del año agrícola venezolano 2015, ya para octubre de ese año, en reportaje que me publicó un diario del país, conociendo las proyecciones de producción lo califique como “el peor año de la agricultura y la ganadería venezolana de los últimos 60 años”.
Lastimosamente para nuestra nación, ya conocidos los resultados del ciclo de invierno, culminada la zafra azucarera 2015 – 2016, y la cosecha del ciclo norte verano 2015 – 2016, mi definición está totalmente ajustada a la triste realidad de nuestros campos agrícolas.
En el balance que realiza Fedeagro, de los doce rubros a los cuales esta organización le hace seguimiento once (11) muestran decrecimientos significativos en su producción (maíz –26%, arroz –30.4%, sorgo –20.6%, caña de azúcar –21.2%, naranja –17%, girasol –6.8%, café –18.2%, papa –51.2%, tomate –28.3%, cebolla –19.2%, pimentón –38.7%) al comparar los resultados del año 2015 con respecto a los obtenidos en el 2014, solo hubo crecimiento para el cultivo de ajonjolí (+41.7%).
La triste radiografía del sector agrícola vegetal venezolano es aun más dramática si observamos los resultados de la comparación de la producción del año 2015, con respecto al año 2008, año a partir del cual comienza a marcarse el declive en la producción agrícola del país.
En esta comparación se observa una drástica caída en la producción en diez de los doce rubros analizados (maíz –58.5%, arroz -37.3%, sorgo -80.5%, caña de azúcar -51.5%, girasol -80.0%, café -71.2%, papa -74.3%, cebolla -52.5%, tomate -18.7% y pimentón -40.9%).
Ha sido tan abrupta y evidente la caída en la producción agrícola en Venezuela, que hasta el propio Ministerio del Poder Popular de Agricultura Productiva y Tierras (MPPAT), organismo acostumbrado al “maquillaje de cifras”, en su Memoria y Cuenta del año 2015 presentada ante la Asamblea Nacional reconoce que de 57 renglones reportados en el ítem “superficie cosechada según productos”, 39 de éstos presentan contracción en las hectáreas alcanzadas.
Señalan en su informe que en el año 2015, con respecto al 2014, la superficie cosechada se redujo en un 10%, pasando de1.923.665 hectáreas en el año 2014, a 1.728.601 hectáreas en el 2015.
Una cifra que llama poderosamente la atención y que es un excelente indicador de lo que significo la caída en la actividad agrícola de Venezuela en el año 2015, es la contracción del PIB Agrícola en -15.6% según información que reporta la Comisión Especial para el Estudio de la Crisis Alimentaria de Venezuela de la Asamblea Nacional.
Una caída tan significativa en el PIB Agrícola es originada no solo por lo ya descrito en el rubro agrícola vegetal.
En el área de la producción animal, la misma memoria y cuenta del MPPAT reconoce la caída de los rubros ganaderos durante el año 2015.
El número de cabezas de ganado bovino se redujo en 6,52%.
Para el caso del sector porcino reportan una caída de 3,84%, mientras que para el número de cabezas de caprinos la caída fue de 0,5% y en ovinos de 0,64%. Mientras que para la producción de huevos de consumo la caída en la producción es de 2,94%.
Contradictoriamente, estas cifras difieren con lo afirmado por el propio MPPAT Wilmar Castro Soteldo durante reciente visita al estado Zulia indicando que el rebaño actual bovino de Venezuela es de 16.500.000 cabezas.
Olvida este funcionario que en las Memoria y Cuenta de su ministerio de los años 2012 – 2013 este organismo reporto que el rebaño estaba cercano a los 14.500.000 cabezas, siendo biológicamente imposible que se haya incrementado alrededor de un 12% en dos años, y menos aun cuando en el año 2015 la propia Memoria y Cuenta del MPPAT reporta el beneficio de 1.904.716 cabezas, y para el 2014 2.038.778 cabezas.
Adicionalmente, para desmentir esta afirmación del actual ministro, hay que considerar las muertes ocurridas entre el 2014 – 2015 y parte del 2016 por el intenso verano sufrido en las zonas productoras.
Se estima que las muertes están por sobre las 100.000 cabezas, afirmando algunos sectores que se pudieron haber perdido inclusive más de 300.000 cabezas, además que por efecto de la adversidad climática se redujo significativamente la eficiencia reproductiva de los rebaños, es decir el numero de preñeces y por ende de pariciones.
También parece hacer caso omiso el ciudadano ministro Castro Soteldo a una realidad que está a la vista de todos y de la cual la propia FANB, el gobernador del Zulia y su propio ministerio tienen conocimiento sobre la extracción de ganado bovino y bufalino hacia Colombia, negocio que manejan grupos irregulares armados en complicidad con los cuerpos de seguridad del estado venezolano según lo han denunciado distintas instancias del gobierno del vecino país.
Aun cuando no hay cifras sobre cuantas cabezas pudo haberse perdido, en estos últimos tres años personalidades del vecino país estiman el ingreso de hasta 1.000.000 de cabezas a su territorio a través de la frontera venezolana.
En lo personal coincido parcialmente con las estimaciones de la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (FEDENAGA), que nuestro rebaño para los años 2012 – 2013 estuvo alrededor de las 12.500.000 cabezas.
Para el presente año debemos estar cercanos a las 9.000.000 cabezas de ganado, presenciando una caída en la producción de carne bovina y leche en Venezuela en los últimos tres años de alrededor del 30 a 40 %, inclusive algunos sectores hablan de hasta un 50 %.
Por esta razón difiero por completo de la cifra presentada por el MPPAT en su memoria y cuenta del año 2015 según la cual la producción de leche en el país en el 2015 con respecto al 2014 creció en 3.91 %.
Es imposible en un país donde la ganadería es básicamente de doble propósito (carne – leche) que reportándose una caída en la producción de carne, exista incremento en la producción de leche, máximo cuando venimos de tres años consecutivos de intenso verano y en el cual los productores no tuvieron acceso oportuno a alimentos balanceados para sus rebaños, y los que lograron adquirirlo fue con marcados sobreprecios por lo que la cantidad consumida por su ganado era significativamente menor.
Durante el período 1998 – 2016 nuestro país no sólo ha visto decaer su producción agrícola vegetal – animal interna, sino que presenciamos el incremento significativo de las importaciones agroalimentarias pasando de importar 1.200 millones de dólares en 1998, a adquirir en el año 2013 por sobre los 8.000 millones de dólares en alimentos.
Las importaciones de estos rubros de primera necesidad, solo para este período crecieron un 541%, la mayoría de ellas sin pagar aranceles, y realizadas a una tasa de cambio que genera una competencia desleal con la producción interna de alimentos.
Sólo la caída del precio internacional del petróleo obligo a un gobierno acostumbrado al despilfarro, ineficiencia y corrupción en los procesos de importaciones agroalimentarias a disminuir el monto y volumen a que venían acostumbrados importar, lo que les permitía “disimular” el daño causado al sector agroalimentario nacional, manteniendo satisfecha la oferta interna de alimentos.
Desde el 2014, y a la presente fecha, la caída en las importaciones, junto a la ya descrita disminución en la producción interna de alimentos por parte del sector primario de nuestra economía, produjo una disminución en la oferta, y por ende ha generado una demanda insatisfecha produciendo ya síntomas inequívocos de un pueblo sufriendo hambre por inaccesibilidad de alimentos, fenómeno que continuare desnudando ante el país y el mundo, en las próximas columnas para Mundo Agropecuario.
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