EL CAMPO VENEZOLANO



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12 mar 2016

La ” siembra del petróleo “, un sueño que a los venezolanos nos ha sido imposible alcanzar


La ” siembra del petróleo “, un sueño que a los venezolanos nos ha sido imposible alcanzar
Werner Gutiérrez Ferrer

El venidero 14 de julio se conmemoran 80 años  del momento que  el politólogo y escritor venezolano Arturo Uslar Pietri, premio Príncipe de Asturias en 1990, en su Editorial de primera página del Diario Ahora, de circulación solo en Caracas, lanzo su consigna “Sembrar el Petróleo”.
Fue un 14 de julio de 1936, cuando tan solo 22 años habían transcurrido que el primer pozo petrolero en suelo venezolano comenzó a producir. 
Hoy, un siglo después de explotación petrolera Venezuela registra la inflación más alta del mundo, particularmente en el rubro alimentos, con índices de escasez de estos productos de primera y obligatoria necesidad, que caracterizan una economía de guerra.
Es un tema del pasado, que hoy en nuestro presente tiene la misma vigencia, que hace 80 años. 
Los distintos gobiernos de turno, en ya un siglo de explotación petrolera, han encontrado la forma, han creado supuestos “modelos de desarrollo”, con diferentes y pintorescas denominaciones, para disponer, cada vez de una manera más arbitraria y clientelar, de los inmensos recursos económicos que ha generado la factura petrolera.
Nuestra mayor pistolada, no haber entendido nunca lo que significa “la siembra del petróleo”
Hemos experimentado en un siglo de historia, un siglo de errores, en la construcción del destino de los venezolanos. 
Como país, seguimos sin entender, intencionalmente a mi parecer, lo que significa el “sembrar el petróleo”. (VER también: la-amarga-zafra-azucarera-en-venezuela
Utilizar los ingresos petroleros en gasto corriente, despilfarrando nuestras divisas; o invertirlo en desarrollar la agricultura, la agroindustria y la industria, fueron las dos opciones que desde 1914 tuvimos. 
Lastimosamente hemos escogido la más fácil, la primera de ellas, regalando a otros países la riqueza extraída de nuestro subsuelo, cuando pudiéramos estar inundando sus mercados con nuestras cosechas.
Luego de un siglo de explotación petrolera, y particularmente 17 años de un gobierno que se levanto sobre un pseudo discurso nacionalista,  Venezuela es un país eminentemente rentista. 
Su principal recurso, el petróleo, genera un ingreso de divisas,  que no tiene contrapartida productiva. Hoy,  96 de cada 100 dólares que entran a la economía nacional, provienen de la exportación petrolera.
Particularmente en la última década, con los precios petroleros más elevados de toda nuestra historia, vimos incrementar nuestras importaciones agroalimentarias de 1.250 millones de dólares para el año 1998, hasta sobre los 8.000 millones de dólares anuales para los años 2012 – 2013, mientras que las exportaciones de rubros agrícolas (plátano, banana, lechosa, lima, arroz, café, cacao, camarones y mariscos entre otros) disminuyeron en más de un 90%.
Durante el Gobierno Chávez – Maduro, los venezolanos hemos estado frente a la expresión más radical de  todas las formas de populismo que hemos vivido en un siglo de explotación del “oro negro”. 
Solo es una “nueva forma de utilización populista”, de la renta petrolera, amparada bajo un supuesto manto de nacionalismo.
Sentido conceptual de la “Siembra del petróleo”
Diferentes y reconocidos historiadores venezolanos, académicos, políticos, han ofrecido su interpretación de la orientación expresada por Uslar en la frase emblemática, pero lamentablemente ignorada “Siembra del Petróleo”. Según Uslar Pietri, era aprovechar la riqueza generada por el petróleo para impulsar el desarrollo de la agricultura, canalizando estos recursos hacia la acción de la iniciativa privada nacional.
En el año 1955 en su discurso de incorporación a la Académica de Ciencias Políticas y Sociales de Venezuela, el Dr. Uslar Pietri expresó “En esa frase, que no vale más de lo que valen todas las frases… quise expresar rápidamente la necesidad angustiosa de invertir en fomento de nuestra capacidad económica el dinero que el petróleo le producía a Venezuela. Desgraciadamente no es esto tan fácil de hacer, como decir”.
En opinión de Uslar no debíamos ser un país que produjera de todo a los costos más altos, con un sector privado amparado en un proteccionismo exacerbado del estado petrolero. 
Pero tampoco ese país en el cual nos hemos convertido, que importa todo, entregando nuestra riqueza petrolera a otras naciones.(VER: el-mercado-de-agroinsumos-en-venezuela-sector-en-crisis-y-sin-perspectivas-de-cambio)
Dos circunstancias adversas se unirán a  nivel global en el futuro cercano
Existe la seria amenaza de no contar el mundo con alimentos suficientes para alimentar una población de  9000 millones de personas en el 2050 y segundo, se continúan alcanzando importantes  avances tecnológicos en la búsqueda de fuentes alternas de energías renovables, según los resultados hasta ahora obtenidos, se presume que entre 20 a 40 años, el petróleo pasaría a ser un competidor más en el mundo energético.
Este escenario que pudiese considerarse como amenazante de la estabilidad para nuestro país, debe ser abordado con pleno optimismo, pero también con mucha urgencia. 
Debemos decidirnos como nación a convertir a Venezuela  en un periodo no mayor a 20 años, en un país agrícola, no solo para satisfacer nuestras necesidades internas, podemos igualmente abrir mercados donde colocar grandes volúmenes de aquellos rubros alimenticios en los cuales con el uso de nuevas tecnologías al alcance de nuestro sector productor, podamos ser altamente competitivos.
Nuestro país está ubicado entre los primeros cinco países de Latinoamérica con mayor cantidad de suelos con potencial agrícola vegetal, animal, acuícola y forestal. Nuestra frontera agrícola está alrededor de las 34 millones de hectáreas, y solo poseemos en uso un 25 %.
En el pasado muy reciente fuimos todos testigos como desaprovechamos un momento ideal, cuando logramos disponer durante varios años de un precio del barril petrolero que promediaba los 100 dólares, lo que nos hubiese facilitado el acceso a tecnología e insumos para darle plena utilidad a nuestros campos agrícolas, sin embargo, hasta ahora la renta petrolera y el marco institucional creado, sólo supieron favorecer el transformarnos de la manera más perversa en un estado mono productor, altamente dependiente de las importaciones.
Hoy mas allá de la caída de los precios petroleros, que según los expertos debe alcanzar hasta el año 2017, debemos ser capaces de crear un nuevo modelo de producción, un nuevo modelo económico, fundar un nuevo país agrícola. 
Hoy debemos ser capaces de crear una nueva institucionalidad, lo cual es un problema muy complejo, y el superar los obstáculos en ese camino, una tarea difícil. Es un asunto que le compete a 30 millones de venezolanos, porque la agricultura es necesaria tres veces al día.
Arturo Uslar Pietri nos decía: ”Las generaciones que no saben comprender las tareas de su época quedan fallidas en la historia”. 
Nos corresponde entonces a la generación actual de profesionales del agro, a quienes dirigen los gremios agropecuarios  y las generaciones de jóvenes que se forman en las universidades asumir el compromiso.
Es necesario un nuevo concepto de agricultura
Innovación es la palabra clave, en el nuevo concepto de agricultura que debe inmediato adaptar Venezuela dentro de la construcción de ese nuevo país agrícola.
La estrategia para poder no solo satisfacer la demanda interna de alimentos, sino el conquistar mercados externos para nuestras cosechas debe incluir incrementar la productividad y la eficiencia agrícola y pecuaria por unidad de superficie; mejorar significativamente el uso del recurso tierra y agua, empleados actualmente; generar un cambio en la dieta del venezolano que incluya nuevos patrones de consumo, usos alternativos en las fuente de proteínas y carbohidratos, y disminuir la desigualdad, en el acceso a los alimentos. 
Por último, incorporación, de toda la frontera agrícola disponible pero garantizando un bajo costo ambiental.
El nuevo concepto de agricultura que proponemos se basa en producir más alimentos, de mejor calidad nutricional y sanitaria, empleando la menor cantidad de recursos, y generando la menor cantidad de residuos y contaminantes. 
Es un reto de gran envergadura, pero experiencias positivas, sobran en el mundo, e inclusive dentro de nuestras fronteras, que nos permiten afirmar con certeza, que si podemos alcanzarlos.
Lograr incrementos en nuestra producción de entre 60 y 110%, en los rubros básicos como cereales, leguminosas, oleaginosas, frutales, carne y leche, entre otros para el año 2050 implica necesariamente el uso de la biotecnología, agricultura de precisión y climáticamente inteligente, empleo de biofertilizantes, sistemas de cultivos asociados, rotación de cultivos, sistemas integrados silvo pastoriles, agroecología, uso de materiales genéticos mejorados y adaptados, son solo algunas de las herramientas a nuestra disposición para cumplir esta meta.
Debemos impulsar la producción de pequeños agricultores.
Uno de los ejes fundamentales del nuevo modelo agrícola – económico sin duda tiene que incluir la promoción de los pequeños agricultores, pero apartando aquel paradigma equivocado que asocia al pequeño productor a la agricultura de conuco, de subsistencia.
La agricultura a pequeña escala es la principal fuente de alimentos en los países en desarrollo, llegando a producir en muchos de ellos hasta el 80 % de los alimentos consumidos. 
Según informes de la FAO, la agricultura es el sector que más empleo produce en el mundo. 
Actualmente aproximadamente  el 40 % de la población mundial, de 6,7 mil millones de personas, tiene una dependencia directa de la agricultura como medio de vida.
Los pequeños agricultores y las pequeñas explotaciones familiares con criterio empresarial, son por lo tanto fundamentales para un proceso de desarrollo inclusivo, y deben tener un papel protagónico en la búsqueda de la seguridad y soberanía agroalimentaria del país.
Aun cuando en nuestro país, las experiencias desarrolladas o tutoreadas por el gobierno Chávez  – Maduro, bajo diferentes denominaciones tales como cooperativas, saraos, saraitos, Fundos Zamoranos, empresas de producción social, entre otras, no han respondido como se esperaba, convirtiéndose lastimosamente en verdaderos monumentos a la ineficiencia y la corrupción, es necesario promover en este nuevo modelo agrícola – económico, la asociatividad de los agro productores,  en sus diferentes expresiones posibles.
Experiencias positivas al respecto sobran en el mundo, inclusive en los países miembros del Mercosur. 
En el estado de Paraná, Brasil, en cooperativas conformadas por pequeños productores cuyas unidades de producción van de 1 a 300 hectáreas, produciendo inclusive en tierras arrendadas, a través del uso de las herramientas tecnológicas más modernas, han alcanzado un margen de utilidad económica de 40 % con rendimientos que alcanzan los 12.000 kilogramos por hectárea de maíz. (VER también: situacion-actual-y-perspectivas-futuras-del-sector-agroalimentario-venezolano-parte-i)
En Venezuela desde la época del gobierno de Pérez Jiménez existe una experiencia que ha resultado muy positiva. La Colonia Agrícola de Turen, estado Portuguesa, donde convergen pequeños y medianos productores, organizados en asociaciones privadas, algunas de ellas con más de 50 años de experiencia en la producción de cereales, oleaginosas y leguminosas, es un válido ejemplo.
En este tipo de asociaciones obtienen iguales beneficios de financiamiento, asesoría técnica, insumos y colocación de sus cosechas tanto el pequeño, como el mediano y el gran productor. 
La Asociación de Productores Agrícolas Independientes (PAI) al igual que el resto de estas organizaciones privadas de productores en esta zona, posee una superficie promedio por productor no mayor a 50 hectáreas, y han logrado, a pesar de las desacertadas políticas agrícolas nacionales, con innovación y alta gerencia, solvencia financiera y sostenibilidad de la agricultura en el tiempo.
En el nuevo modelo, el gobierno solo debe cumplir el papel de moderador
Según recomendaciones de la propia FAO “el sector publico debe tener un fuerte papel moderador entre diferentes actores públicos, privados y la sociedad civil, buscando el mejor interés del sector agrícola y fomentado al mismo tiempo el desarrollo de los mercados”.
Este organismo multilateral recomienda a los gobiernos un rol de “moderador” más no las distorsiones  pasadas y presentes vividas en Venezuela donde el gobierno ha pretendido y pretende ser productor, importador, transformador y comercializador de alimentos.
El gobierno a través de sus distintas instancias, nacional, regionales y locales, deben dedicarse a garantizar el bienestar a los habitantes de las zonas rurales ofreciéndole la posibilidad de desarrollar plenamente la actividad agropecuaria y agroindustrial a su máxima capacidad.
En Venezuela urge un estado que se comprometa en la misión de garantizar en las zonas agro productoras vías de comunicación, servicios públicos, escuelas, sistemas de salud, seguridad jurídica y personal, así como toda una cadena de agro soportes para promover el desarrollo de un sector privado motivado a invertir y asumir la construcción de esa nueva Venezuela agrícola que como país tanto hemos pincelado en discursos, amplios escritos y eternos e imborrables sueños.  Convencidos plenamente estamos que, Si Se Puede!

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