EL CAMPO VENEZOLANO



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24 ago 2015

La deuda con las empresas amenaza con elevar la escasez

Victor Salmeron  Quinto dia

El sector privado aún no ha podido cancelar los 9 mil 926 millones de dólares que debe a proveedores en el exterior, porque el Gobierno no cumplió con el desembolso de las divisas. 
La consecuencia es falta de materia prima e insumos para producir. Conindustria propone un esquema de pagos soportado en bonos de la República
Presionado por la falta de suficientes ahorros para enfrentar la caída de los precios del petróleo, el Gobierno recortó drásticamente la cantidad de divisas que asigna al sector privado. 
La consecuencia es falta de materia prima e insumos para producir y pérdida de la confianza por parte de los proveedores en el exterior.
Las compañías venezolanas, que día a día se desenvuelven entre una madeja de controles, obtuvieron lo que se conoce como Autorización de Adquisición de Divisas (AAD) y, con este aval, compraron materia prima u otro tipo de requerimientos a proveedores en el exterior. 
Una vez la mercancía ingresó al país, la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI), el organismo que hasta mediados del año pasado administró la asignación de dólares, tenía que aprobar la entrega de los billetes verdes emitiendo la Autorización de Liquidación de Divisas (ALD), algo que en casos relevantes no ocurrió.
El resultado es una cuantiosa deuda con proveedores en el exterior. Juan Pablo Olalquiaga, presidente de Conindustria, explica que la deuda asciende a “9 mil 926 millones de dólares cuantificados, pero en la actualización que estamos haciendo aún no hemos sumado la de todos los sectores. 
Por eso diría que es más de 10 mil millones”.
Por la demora en el pago, los proveedores suspendieron el envío de materia prima e insumos y exigen el pago por adelantado para despachar nueva mercancía. 
Por un tiempo las empresas han operado, aunque a media máquina, con inventarios que comienzan a agotarse y la paralización de plantas en compañías emblemáticas como Polar ya es un hecho.
Ante la posibilidad de que la escasez se dispare por un mayor declive de la producción y de que no haya más alternativa que enviar a los trabajadores a sus casas. 
Conindustria propone que el Gobierno le entregue bonos en dólares a las empresas, para que éstas los utilicen para saldar parte de los compromisos pendientes con los proveedores.
Juan Pablo Olalquiaga explica que el Gobierno podría hacer una emisión de nuevos bonos, lo que tiene la ventaja de que definiría las condiciones del título, o emplear bonos que tiene en cartera.
Hay factores a considerar. El más relevante es que los inversionistas extranjeros perciben como sumamente riesgosas a las finanzas venezolanas y se preguntan si en verdad la administración de Nicolás Maduro podrá pagar a tiempo el vencimiento de los bonos que expiran este año y el próximo.
Esto implica que los bonos venezolanos se cotizan con un elevado descuento. Es decir, si una empresa del país le paga al proveedor en el extranjero con un bono, por ejemplo, de mil dólares, cuando esta empresa venda el bono en la Bolsa de Nueva York para obtener las divisas solo recibiría alrededor de 500 dólares.
“Esto no es una solución definitiva, es una alternativa para que se pueda reanudar en algún grado el despacho de mercancía a Venezuela”, dice Juan Pablo Olalquiaga, y señala que el esquema permitiría que, empresas que entregaron a sus proveedores divisas propias a manera de garantía, paguen una parte de lo que deben y liberen parcial o totalmente estos dólares.
Además, se abren distintas alternativas de negociación como que el proveedor utilice el bono como garantía para solicitar un préstamo bancario. Enviaría mercancía por el monto del préstamo y descontaría el pago de intereses. 
Al vencerse el bono recibiría el dinero correspondiente a 100% del título. Cancelaría al banco y como seguramente habría un remanente, surgiría la posibilidad de un nuevo acuerdo.
Por ahora, Conindustria sólo ha sostenido conversaciones informales sobre la posibilidad de que se aplique este esquema. 
Ante la interrogante de qué ocurrirá si en definitiva no hay ningún tipo de solución para la deuda con los proveedores, Juan Pablo Olalquiaga advierte que “tendremos más escasez, más deterioro y más inflación”.
Compras directas
Fuentes señalan que la estrategia del Gobierno se centrará en disminuir la escasez de alimentos meses antes de las elecciones a través de compras en el exterior a países como Uruguay y Argentina.
No obstante, esto no impediría que en otros sectores se agrave la paralización. 
Por la falta de materia prima e insumos la industria química podría dejar de elaborar gases imprescindibles para refrigerar mercancía, ante la ausencia de repuestos habría muy pocos camiones para la distribución y disminuiría sensiblemente la creación de puestos de trabajo en el sector formal de la economía.
El Gobierno ya acordó un envío de alimentos por parte de Uruguay por el orden de 235 mil toneladas que incluye, entre otros productos, leche, quesos y arroz.
La sustitución
En un entorno donde las empresas han frenado de manera considerable la producción el Presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció que prepara un plan para sustituir importaciones. 
“No es un plan cualquiera, es de acción para impactar sobre la guerra económica e ir a un proceso profundo de sustitución de importaciones a todo nivel de la economía, ¡Así lo anuncio!”, dijo Maduro el pasado dos de agosto.
“Crear un modelo de planificación y pasar inmediatamente a victorias tempranas demostrando cómo podemos sustituir ya un conjunto de cosas que traemos del exterior y que las podemos hacer aquí sin ningún problemas”, agregó.
Analistas consideran que este planteamiento es imposible de alcanzar sin un acuerdo con el sector privado, y reformas importantes en la economía.
Entre los escollos a superar figura la sobrevaluación de la moneda. Lo que se compra con Bs.6,30 en Venezuela, es mucho menos de lo que se adquiere con un dólar en el exterior. 
El resultado es que los productos importados son más baratos que los elaborados en el país, y por tanto las compras en el exterior se disparan.
Si bien los consumidores obtienen artículos de calidad a menor precio, la producción nacional pasa a tener un techo bastante bajo. 
Las empresas que se desenvuelven en áreas distintas a la petrolera, sufren una competencia muy dura que limita el espacio para el desarrollo, la creación de empleo y la posibilidad de diversificar las exportaciones.
El informe que elabora el Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), con estadísticas de las principales economías del mundo, revela que al cierre de febrero de este año el bolívar era la moneda más sobrevaluada del mundo.
A lo anterior se suma el control de cambio que aleja la inversión extranjera, una herramienta clave para atraer tecnología, porque las multinacionales no tiene garantía de que podrán recuperar las divisas que traigan a Venezuela.
Analistas añaden que el control de precios, que impide que las empresas reflejen adecuadamente los costos de producción, es otro tema a considerar.

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