EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

27 abr 2015

Víctor Álvarez, ex ministro de Industrias:

“El control de cambios ya no tiene justificación económica y sólo se usa como medio de dominación política”


Mario Villegas    Diario Quinto Dia

Desde que en el gabinete del presidente Hugo Chávez fue ministro de Industrias Básicas y Minería, a la vez que presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (años 2005 al 2006), Víctor Álvarez se ha rehusado a aceptar ningún otro cargo público. 
Ya antes había sido presidente del Banco de Comercio Exterior, director de PDVSA y director ejecutivo del Consejo de Desarrollo Industrial.
-Si de algo salí convencido de esos cargos fue de la cantidad de dogmas, mitos y tabúes que tenían encarcelada a mucha de la dirigencia más importante del país -confiesa.
-¿Incluido el presidente Chávez?
-Sí, también, preso o comprometido con muchas ideas viejas. Mi propósito era construir el socialismo del siglo XXI pero con ideas nuevas y es a eso a lo que me he dedicado desde las bases y movimientos sociales.
Álvarez es economista, investigador, profesor universitario, escritor, articulista, conferencista y asesor, así como un convencido militante de la Revolución Bolivariana y del Partido Socialista Unido de Venezuela, desde cuya condición asume sin dobleces posturas muy críticas respecto al manejo gubernamental de la crisis económica que vive el país.
-¿Colapsó el modelo económico instaurado por Chávez o fracasó la gestión de quienes hasta ahora lo han conducido?
-Lo que ha fracasado es el neorrentismo socialista como expresión del modelo extractivista impuesto en Venezuela desde que apareció el petróleo. Ese modelo se manifestó primero a través del capitalismo rentístico, donde la renta petrolera se destinó a impulsar la transformación de la economía agraria en una economía industrial. 
Ese capitalismo rentístico fracasó y abrió paso a una nueva expresión del mismo modelo extractivista, que es la que yo denomino neorrentismo socialista, donde el énfasis de la distribución de la renta ha sido para financiar la inversión social
-¿Y ese  no es, dicho en otras palabras, el modelo adoptado por Chávez?
-Sí, correcto. En esencia lo que fracasa es el mismo modelo extractivista. No por casualidad, los problemas económicos de la Cuarta República terminaron siendo los mismos en la Quinta. Ahora los tenemos en una escala superior pues la renta es mucho más cuantiosa.
Control de cambios
-¿Es indispensable mantener el control de cambios?
-El control de cambios es una medida coyuntural, temporal, que los países se ven obligados a adoptar en situaciones muy específicas, cuando hay una fuga desmesurada de divisas que amenaza con liquidar las reservas internacionales, cuando esa caída en las reservas deteriora el respaldo de la moneda nacional y pierde poder de compra y se desatan procesos inflacionarios. 
Esa situación se vivió en Venezuela en 2002 pero desapareció en 2005 y ya en 2006 prácticamente no había razones económicas para mantener el control de cambios.
-¿Existen hoy esas razones?
-Hoy puede que tengamos una baja en el nivel de las reservas internacionales pero el control de cambios se ha mantenido no tanto por razones económicas sino porque finalmente se utilizó como un instrumento de dominación política. 
Al final han sido nefastos los efectos generados por el control de cambios en su peor expresión, que es el régimen de cambios múltiples, donde coexiste una tasa de cambios muy barata con una muy alta, incentivo perfecto para los cazadores de renta que siempre logran capturar los dólares baratos de Cencoex para venderlos en el paralelo o en el propio Simadi.
-¿A qué plazo debería ser liquidado?
-Si el control de cambios fuese liquidado hoy mismo y el gobierno, en lugar de rematar a 6,30 o a 12 bolívares, vendiera las divisas al precio del Simadi, este empezaría a bajar y el gobierno obtendría los recursos para asegurar las misiones y programas sociales. 
Es falso que mantener tasas preferenciales tenga  efectos antiinflacionarios. En 2014, la inflación en el sector alimentos fue de 102%, muy superior al promedio de 68% global. El anclaje cambiario está agotado como política antiinflacionaria y no tiene ningún sentido porque ya ese impacto ha sido transferido.
-¿Fue un acierto recortar el cupo en divisas para viajes al exterior?
-Ese cupo es parte de la cultura rentista. La renta petrolera llegó a ser tan grande que no solo alcanzó para la inversión social y los proyectos de los sectores económicos, sino también para financiar los gustos y lujos de las clases medias y altas. 
Esa medida populista y clientelar se pudo mantener en época de abundancia pero es insostenible ahora que el país va a recibir un tercio del ingreso petrolero de hace dos años. Son privilegios perversos y distorsiones que deben ser corregidos en la transición a la Venezuela post rentista.
 Fedecamaras y misiones
-¿Cómo interpretar el anuncio del presidente Nicolás Maduro de que radicalizará la revolución?
-Si algo necesita el país es un entendimiento entre el sector privado y el público. Ese empeño de destruir la economía capitalista sin haber creado antes una economía comunal, alternativa, socialista o al menos estatal que funcione, terminó siendo el atajo perfecto para esta situación de caída de la producción, desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación. 
Se ha desestimulado la inversión privada y los vacíos que esta ha dejado no han sido suplidos y compensados oportunamente por la inversión en la economía social o en la pública, aparte de que lo que hay de economía pública no funciona.
-¿Significa que hay o no guerra económica?
-Cuando uno analiza la causa de la escasez, el acaparamiento y la especulación encuentra que el 70% se debe al agotamiento, desviaciones y errores de la política económica, mientras que 30% se debe a aquellos sectores que adversan al gobierno y juegan a la desestabilización. 
Quiere decir que el gobierno tiene en  sus manos el 70% de la solución para ganar la guerra económica si toma las medidas fiscales, monetarias, financieras, cambiarias y de precios que debe tomar. Dejaría desarmados a quienes lo atacan, lo quieren desestabilizar y tumbar.
-¿Es necesario dialogar con Fedecamaras y el sindicalismo?
-Es urgente el diálogo con los sectores productivos y laborales. Y hay que reconocer a los gremios que el sector empresarial reconoce. El movimiento empresarial no pone en tela de juicio a Fedecamaras, a Conindustria, a Consecomercio. 
Son las cámaras que los sectores empresariales se han dado, son sus interlocutores, y si el gobierno quiere hablar con el sector productivo tiene que reconocer a esos interlocutores. Y si el sector privado quiere hablar con el gobierno tiene que reconocer a los interlocutores que este decida.
-¿Están en peligro las misiones sociales?
-Por supuesto que están en peligro si no se recupera el ingreso y si el gobierno no toma las medidas para compensar el descalabro de la renta petrolera. Una muy importante es el aumento de la gasolina.
-¿Por qué no se ha aumentado la gasolina?
-Porque el gobierno sigue preso de tabúes y supersticiones, de creencias limitantes. Le sigue atribuyendo a ese aumento la posibilidad de detonar un conflicto social en momentos en que hay malestar porque la gente está agotada, fatigada de padecer las colas, la escasez, de ver cómo su poder adquisitivo se ha vuelto sal y agua. 
Otra creencia limitante es la de que el aumento de la gasolina tendría un alto costo político en un año en que se va a elegir la nueva Asamblea Nacional. Paradójicamente, este aumento los podría salvar porque con los 12.400 millones de dólares que el Estado deja de recibir hoy se podría conjurar el peligro que hay sobre las misiones, los programas sociales, reducir el déficit fiscal y sanear las finanzas de PDVSA.
No necesitamos ir al FMI
-¿Ir al Fondo Monetario puede ser una opción para el chavismo gobernante?
-Venezuela no necesita ir al FMI pues tiene un importante margen de maniobra. Si hace lo que tiene que hacer y cuando lo tiene que hacer, puede corregir los desequilibrios que hoy están afectando a la economía nacional y tienen enorme impacto social. Los países van al FMI cuando ya no tienen más nada que buscar. 

Solo la inacción, la inercia gubernamental y el deterioro de la situación podrían llevar a aplicar un paquete a la usanza del FMI. Si el gobierno no reacciona, no actúa y no hace lo que tiene que hacer, será él mismo el que nos lleve al FMI, y ya sabemos que aun con todo el maquillaje que se les ha dado, los programas del FMI tienen un enorme costo social.
-¿Por qué el BCV no ha dado a conocer las cifras de inflación de este año?
-Porque se ha optado por ocultar el problema creyendo que de esa manera el problema no existe o se resuelve.
Las tres R de Chávez
-¿No teme que por sus posturas críticas se le acuse de contrarrevolucionario?
-Mis posiciones, mis críticas y mis demandas son desde la izquierda, son resultado de largos procesos de investigación y expresan el interés y el sentir de los trabajadores, de los sectores populares. Lo que soy es un investigador que se enfrenta a la realidad con un método científico.
-Y si, por el contrario, el Presidente lo invitara a ocupar un cargo ministerial ¿Lo aceptaría?
-No. El aporte que quiero dar es generar un conocimiento revolucionario que permita transformar la economía y la sociedad venezolana para erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social. 

No soy gobiernero para nada, sobre todo porque la revolución en la que creo se hace desde los movimientos sociales y los nuevos procesos de organización económica y productiva, y ahí es donde estoy trabajando.
-¿Pero no hay duda de su apoyo al Presidente?
-Por supuesto, lo que más quisiera es que el gobierno del presidente Maduro fuera exitoso, corrigiera todas las desviaciones y errores que están minando su base de apoyo social y político y erosionando al socialismo como opción humana y como opción para el país. 
Al final de cuentas, todos estos problemas que el gobierno se empeña en atribuir a la guerra económica son en gran medida producto del desacierto y errores de sus políticas. 

Si tuviera la humildad de reconocerlos y tomara las decisiones que debe tomar, muchos de estos problemas que hoy sufre la población no existirían. 
Ahora, creo que el gobierno está muy preso del legado de Chávez, quien dejó un conjunto de medidas como los controles cambiarios y de precios, los convenios de cooperación energética y las reformas al BCV y el Fonden, que en su momento dieron resultado pero que al paso de los años se han agotado. 
Estoy seguro que Chávez hace rato hubiese aplicado sus tres R y corregido buena parte de estos problemas, así como supo hacerlo en su momento. Aquí creen que eliminar el control de cambios, flexibilizar los controles de precios y corregir lo que ya no funciona es traicionar la herencia de Chávez.
Su recetario
Preguntado sobre el recetario que aplicaría para reflotar la economía nacional, Víctor Álvarez lo enuncia de esta manera:
-Equilibrar la gestión fiscal. Convertir los fondos que en el neorrentismo socialista creamos para gastar dinero, en fondos para ahorrar recursos que nos permitan encarar los tiempos de escasez, como el Fondo de Estabilización Macroeconómica.
-Restablecer la autonomía del BCV en la emisión de dinero y el manejo de las reservas internacionales. Las reformas al BCV condujeron a financiar los proyectos del gobierno con emisiones de dinero sin respaldo y efectos inflacionarios.
-Revisar la cooperación energética con otros países, porque esa política tan solidaria y generosa era imperceptible en condiciones de abundante ingreso rentístico, pero ahora el país no está en condiciones de hacer ese enorme sacrificio.
-Despejar la amenaza de default y evitar el embargo de activos del país en el exterior. Iniciar una agresiva estrategia de recompra de nuestra deuda, cuyos tenedores rematan al 40% porque sienten que Venezuela no va a poder honrarla. Así se reducen los pagos de capital e intereses y se alivian los compromisos.
-Reducir el gasto militar. El decreto de Obama ha exacerbado las reacciones militaristas en el país, pero aunque nos armemos hasta los dientes seríamos barridos en una semana. Demostremos que somos un país de paz y ahorrémonos esos recursos.
-Reorientar las importaciones del estado en favor de la producción nacional. El gobierno gasta de 8 a 10 mil millones de dólares para comprar a otros países alimentos y medicinas que podrían producirse aquí y significar un gran ahorro.
-Reestructurar el componente en divisas de todas las obras contratadas a empresas brasileras, iraníes y bielorrusas, países que si son verdaderamente amigos y solidarios deberían recibir los bonos de nuestra deuda como parte de pago.
-Eliminar el control de cambios, el cual ya no tiene justificación económica y es usado como instrumento de dominación política.
-Aumentar el precio de la gasolina.
-Propiciar un entendimiento entre el sector productivo privado y el sector público.
Amante de la lucha libre
La casa y la oficina de Víctor Álvarez son auténticos museos, donde abundantes y coloridas pinturas, tallas, grabados, afiches, estatuillas, tapices y demás obras de arte se disputan la atención del visitante.
Pero su joya de la corona, su recinto sagrado, es una habitación dedicada en exclusiva a su más antigua y curiosa afición: la lucha libre.
Nacido en Valera el 7 abril de 1960, se hizo fanático de la lucha libre de la mano de su padre, cuando Álvarez apenas tenía 8 años.
Es tal su devoción por este deporte-espectáculo que exhibe con orgullo una colección de alrededor de 100 máscaras de conocidos luchadores mexicanos, entre ellos “El Santo”, “Huracán Ramírez”, “Blue Demon” y “Mil Máscaras” unas 500 barajitas, cientos de películas, revistas, llaveros, franelas, figuras en miniatura, capas, botas y pare usted de contar.
La misma pasión con la que asume sus investigaciones de la realidad económica y social, las cuales le han valido importantísimos premios científicos y reconocimientos a su labor intelectual, la despliega por esta insospechada y para algunos extravagante afición.
Cada vez que va a México, no deja de acudir a este vistoso y tradicional espectáculo en cuyo cuadrilátero relucen la técnica y la teatralidad de sus protagonistas en el combate cuerpo a cuerpo.

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