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7 mar 2015

La era del rebusque: Personas ganan más en la informalidad

Dayrí Blanco  El Carabobeño

Juan Acosta ha tenido que buscar la manera de completar el presupuesto familiar. Su esposa hace dulces que él se encarga de llevar cada viernes a las diferentes oficinas. Ya tiene una amplia cartera de clientes y logra ganar más en medio de la informalidad que en el trabajo en el que ya tiene ocho años de antigüedad. Pero dejar la seguridad que le brinda el ingreso fijo es un temor latente en él y el resto de sus compañeros. Por eso prefieren rebuscarse.
El economista y profesor de la Universidad de Carabobo (UC) Carlos Ñáñez explicó que se trata de un nuevo tipo de emprendimiento que nació de la subsistencia y no de la productividad. Por eso ahora quien tiene un carro cobra una remuneración por hacerle el traslado a amigos y vecinos que antes se hacía como un favor, y los departamentos de recursos humanos de las empresas deben luchar con los mercados persa que se han instalado en oficinas.
Pero existe otro nuevo fenómeno. No es rentable emplearse por cinco mil 622 bolívares al mes. Por eso muchos nuevos profesionales optan por la informalidad. La línea de taxi instalada en las cercanías de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UC está conformada por caras conocidas. Se trata de contadores, abogados, economistas y administradores que ganan hasta 15 mil bolívares semanales en contraste con los nueve mil que le ofrecen en alguna institución pública o privada. También se han incrementado las renuncias a trabajos estables. El chofer del presidente encargado de Fedecámaras Carabobo, Carlos Luis González, se decidió por esa alternativa. Ahora se dedica a la reventa de productos básicos.
No siempre fue malo
La historia de Juan Acosta no es una replica histórica. En épocas anteriores el salario mínimo de los venezolanos no estaba por debajo de la canasta básica normativa. Ñáñez señaló que desde 1958 hasta finales de la década del 80 el sueldo del trabajador otorgaba una buena calidad de vida. El ingreso per cápita era el más alto de América Latina. Fue después de la devaluación de 1983 que el salario mínimo se vio severamente afectado.
Para poder equiparar los ingresos con las necesidades básicas, la propuesta del especialista es que se dé un incremento de 166% para que alcance el tope de 15 mil bolívares. Un valor más cercano a los nueve mil bolívares que calculó el INE como el valor de la canasta normativa. El aumento debe ser de 60% para corregirse con la inflación que está en 63%. Esto tendría un impacto de empuje en el resto de los salarios.

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