EL CAMPO VENEZOLANO



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16 feb 2015

Familias privatizan la opción de comprar alimentos

La falta de productos ocasiona reacciones en la población frente a la carrera por quién tiene primero el producto. Venezuela entra en peligroso contexto de cierre de relaciones colectivas, sensibilidad y quiebre de sociedad de inclusión.

Yasmín Ojeda   La Verdad

El fenómeno de la extracción ilegal no es un hecho nuevo en Venezuela. Históricamente, indígenas y luego también criollos, se inclinaron a ejercer la actividad ilícita para generar ingresos ante la falta de empleo y la contracción económica, que hasta septiembre del 2014, según datos publicados por el Banco Central de Venezuela, sitúa el Producto Interno Bruto en apenas 2,3 por ciento, lejos de cuatro puntos estimados en el presupuesto nacional.
Con la paralización del aparato productivo se incrementa la presencia de grupos que “trascienden al tema de las mafias” que batallan con las familias por quién tiene primero los productos a precio regulado. 
En la convulsionada economía ahora afloran más problemas, además del contrabando, erigido por la desaparición de empresas empleadoras y el debilitado accionar del Estado; está la reacción de las familias. 
“Hay reforzamiento de la privatización. Priorizar a su familia, amigos y allegados” al momento de abastecer de alimentos, alerta Blanca Méndez, socióloga y analista del discurso del Funcionario Público, Ciencias Políticas y Derecho Público.
Explica que al encerrarse en un círculo de personas “más cercanas”, el venezolano pone a relieve la agresividad al otro que también busca abastecerse, dejando a flote que la sociedad cambia peligrosamente de pensamiento y acción colectiva a priorizada. 
“El ejemplo se puede ver con la compra de un bulto de azúcar. Jamás va a pensar en su vecina”. Sucede igual con la presencia de pañales. “Solamente le dice a la hermana, amiga, porque el otro lo puede quitar”.
La reacción de “priorizar” es consecuencia de la falta de atención y de que “hay un tema material que resolver que está ahí y está sustentado en la producción” -de más alimentos, productos-. “Es una degradación social muy fuerte porque callan al vecino que tienen algo. No quieren que se entere porque si no se acaba. Con lo que se acaba el tema de la identidad colectiva”.
Méndez advierte que la política de racionar la cantidad de bienes y la reacción inmediata de la población quiebra los logros de evolución. “A la larga cierran la relación de cooperación colectiva, de equidad, de inclusión, de valoración del otro, de autocontrol. 
Mecanismos importantes que se desarrollan en toda sociedad democrática. Estamos cerrando la posibilidad de identificarnos como sociedad de inclusión y democrática, porque la gente está sobreviviendo”.
Diagnóstico 
Enfrentamientos y agresiones entre personas para comprar pollo, pañales, leche.
Reducida colocación de bienes para la población.
Rápida generación de ingresos con reventa de productos degrada alternativas de superación con carrera profesional.
Quiebre de la sensibilidad colectiva por la priorización a lo familiar.

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