EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

17 feb 2015

Economía de puertos aniquiló la producción nacional


Dayrí Blanco  El Carabobeño

Sus palabras siguen vigentes. Retumban en una realidad económica matizada por la escasez, el desabastecimiento y una actividad productiva deprimida. 
“Desde el Gobierno vamos a impulsar fundamentalmente la industria nacional, la empresa privada, la pequeña empresa, la mediana, el desarrollo del país y la incorporación al mundo desarrollado y globalizado de hoy. 
Evitaremos depender exclusivamente de la renta petrolera”, dijo un Hugo Chávez debutante en la política nacional ante la mirada incrédula del periodista Jaime Bayly durante su campaña electoral de 1998. Pero nada de eso se ha concretado. Han pasado 17 años y la necesidad es la misma. 
Las promesas incumplidas y una gestión que privilegia a la importación sobre la industria local han instaurado una economía de puertos. Sus consecuencias han sido devastadoras.
Se trata de una crisis sin precedentes. Puerto Cabello se ha convertido en la ciudad agrícola y manufacturera del país. Sustituyó a Valencia y a los campos de la nación. De ahí sale el 70% de los alimentos que consumen los venezolanos y más del 80% de los bienes que se comercializan. Los barcos son ahora tierra fértil y líneas de producción activas de orígenes variados.
La balanza de inversión hace 10 años era de mil 500 millones de dólares destinados a las importaciones. El plan de 2015 contempla ocho mil millones de dólares, solo para la compra en el extranjero de alimentos. Dinero que para el director general de Fedeagro, Roberto Latini, pudo invertirse en el desarrollo campo agrícola y autoabastecer el mercado nacional.
Consumo internacional

La historia indica que Venezuela antes no importaba café, por el contrario, era un país exportador. Ahora se compra en el exterior el 70% de lo que requiere el mercado nacional y el 80% de la producción está en manos del Estado gracias a su política expropiadora. Pero eso no es todo. 
Según datos de Fedeagro, en 2008 se cosecharon dos millones 500 mil toneladas de maíz blanco, suficiente para abastecer a la agroindustria. En 2014 ese número bajó a 800 mil, por lo que se tuvo que recurrir a la importación de la misma cantidad para cubrir la demanda calculada en un millón 600 mil.
De azúcar se compra a otros países el 60% de lo requerido, pese a que el Gobierno tiene en su poder 10 de 16 centrales azucareros que trabajan a 56 por ciento de su capacidad. El arroz es el único cereal que ha tenido sostenimiento. 
Antes se producían 120 millones de kilos al año. Lo suficiente para la demanda nacional y para exportar una importante cantidad. Actualmente se importa un 10% de lo que se requiere.
Las cifras que maneja el sector privado son desalentadoras. Según el presidente de Fedecámaras Carabobo, Damiano Del Vescovo, las importaciones durante 2014 cayeron en 15% por problemas con la asignación de divisas, se recibió 30% menos que el período anterior. 
Se perdieron líneas de créditos con los proveedores internacionales. Y se extinguió la capacidad exportadora. En 2006 por este concepto el país recibió seis mil millones de dólares, este año esa cifra bajó a menos de mil millones.
Del otro lado de la moneda el Gobierno se ha convertido en importador importante. 45% de lo que llega a los puertos del país es a través de operaciones directas del Estado. Antes ese número alcanzaba apenas 10% que englobaba áreas estratégicas como petróleo, defensa e industrias básicas.
Una economía de puertos siempre es negativa, reflexionó Ana María D’Andrea, presidenta de la comisión de Asuntos Externos de la Cámara de Industriales de Carabobo. Sobre todo en un país con bondades agrícolas, ganaderas e industriales. 
Es una política equivocada. Lo ideal sería que de los muelles la entrada de mercancía sea inferior a la salida. Las necesidades actuales de flujo de caja de dólares así lo han determinado con la caída del precio del petróleo, el único recurso que se exporta en la actualidad.
Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en su resumen de comercio exterior reflejan que las exportaciones del sector público superan en 167% a las de la empresa privada desde enero a agosto de 2014. 
Mientras que las importaciones durante los primeros seis meses del año pasado representaron 20 mil 580 millones de dólares en inversión frente a los dos mil 206 millones de dólares que se percibió por concepto de las exportaciones globales.
Ley de Tierras: el origen

La importación desmedida de bienes con capacidad de producción nacional se inició en 2002. Justo unos meses después de la promulgación vía Habilitante de la Ley de Tierras en diciembre de 2001. 
Desde 2005, Venezuela marca históricos de importaciones de alimentos. El tope trepó en 2008, con las importaciones de redes de distribución de comida creadas por el Gobierno nacional para enfrentar la escasez de productos. 
Los voceros del Ejecutivo aseguraron tener márgenes de ofertas. Atienden entre 40% y 55% del consumo. Se soportan con compras internacionales a través de convenios con países amigos de la revolución. 
Pero según detalló Ana María D’Andrea, en 30% han caído las importaciones. El insuficiente flujo de divisas así lo ha determinado. Por eso la escasez se ha agudizado. 
El presidente de Fedenaga para la época José Luis Betancourt, en rueda de prensa, rompió la Gaceta Oficial y anunció el desconocimiento de la ley. 
14 años después explicó en entrevista telefónica que en ese momento la principal preocupación era la distorsión y la falta de claridad en cuanto a la fijación de normas y procedimientos para la expropiación de los terrenos, lo que se podía vislumbrar era que se dejaba a potestad de dictaminar la expropiación a funcionarios públicos, que en su mayoría era de reciente data y respondía a un interés partidista oficialista viciando el debido proceso. 
Otro argumento fue el impacto negativo que se podía generar en la productividad de las tierras expropiadas y la violación a la propiedad privada.

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