EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

25 ago 2014

Importar... Importar


MIGUEL SANMARTÍN

Pese a lo demostradamente inconveniente que ha resultado sustituir producción nacional con importaciones indiscriminadas de productos terminados, el gobierno persiste en esa práctica que genera escasez crónica y distorsiona la economía del país.

Las compras en el exterior no evitaron el desabastecimiento ni la inflación. Por el contrario, han afectado gravemente la actividad industrial y comercial y están teniendo un impacto negativo en el empleo. 

Por estos días son habituales las protestas callejeras de trabajadores –públicos y del sector privado– en defensa de su salario y, en algunos casos, también de sus puestos de trabajo, en riesgo porque las empresas para las cuales prestan servicio no tienen como producir debido al racionamiento de energía eléctrica, los conflictos laborales, la falta de materia prima, de envases, de etiquetas o de repuestos para el mantenimiento de la maquinaria que utilizan en sus procesos manufactureros.

La lista de bienes escasos o totalmente desaparecidos de los anaqueles es cada vez más extensa: desde vehículos y artículos de línea blanca; ropa y calzado; medicamentos y equipos médicos; artículos de aseo personal y pañales (para niños y adultos); maquinaria y repuestos, alimentos para mascotas e insumos para la agricultura hasta los productos esenciales para la dieta diaria de todos los venezolanos.

El problema de fondo (causa de las penurias del soberano) es la inviabilidad del modelo socialista (copiado de Cuba) que se intenta imponer desde hace quince años. Cada paso dado (intervencionismo, controles, decomisos, expropiaciones, multas, etc.) ha desembocado en fracaso. 

Los resultados son visibles. Mejor dicho, son dramáticos. No queda sano un solo sector de la economía nacional. Ni siquiera el petrolero. Ni el petroquímico ni el siderúrgico. Y ni hablar del sector agrícola. Hoy Venezuela importa 60% de los alimentos que consume  y Cuba (el ejemplo emulado) 94% de su despensa. 

Las importaciones masivas hacen muy felices (y muy ricos) a los agricultores y ganaderos estadounidenses, brasileños, argentinos, uruguayos, ecuatorianos, colombianos, nicaragüenses, neozelandeses, surafricanos y al gobierno de Cuba que intermedia (a cambio de suculentas comisiones) la compra de cereales, leguminosas, leche en polvo y otros productos hoy no tan predominantes en la mesa del venezolano.

El modelo importador no da para más. La falta suficiente de dólares lo hace insostenible. Esto obliga a cambiar el rumbo de la economía y, por ende, plantearse desechar el Socialismo del Siglo XXI que nos impuso la escasez e inflación. 

Hay que sustituir importaciones por producción nacional. El Gobierno es consciente de ello. Como también reconoce que el empresariado nacional no está en su mejor forma (técnica y financiera) para asumir el reto que se le exige.

Es por ello que la emergencia impone –sin más demora– un viraje en el discurso y en la acción oficial. Desprestigiar y acosar con más cargas parafiscales y acciones judiciales a empresarios y comerciantes ni llena anaqueles ni baja los precios. Como tampoco seguir alegando que la culpa es de un presunto saboteo imperialista o de una guerra económica inexistente. 

Para rescatar esta maltrecha economía y la calidad de vida de los ciudadanos no vale más que corregir las deformaciones, la ineficiencia, la indolencia, la burocracia parasitaria y la corrupción. 

Hace falta conciliar, garantizar seguridad jurídica y aplicar las medidas que todos coinciden que son impostergables. Los ajustes que están sobre el escritorio de Presidente. 

Lo demás es subir la temperatura de la olla (vacía) de presión.

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