EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

27 jul 2014

Sin Lo "Nuestro", NO Habrá Lo "Mío"


NÉSTOR LUIS ÁLVAREZ M. |  EL UNIVERSAL

Entre las causas de nuestra crisis de nación, una de las más importantes es nuestro egoísmo. Una cierta actitud egoísta que es el resultado de una incorrecta percepción sobre los intereses individuales y los intereses colectivos

Nos cuesta entender y aceptar la inevitable interdependencia entre esas dos categorías de intereses. 

Pero más aún, nos cuesta aceptar que -también de manera inevitable- los intereses colectivos tienen cualidad condicionante respecto a los individuales. Sin entenderlo ni aceptarlo, se hace casi inalcanzable la experiencia personal del ser ciudadano y del ser integrante de una nación.

En efecto; los conceptos ciudadanía y civilidad ganan valor y sentido si se tiene una correcta percepción de los intereses colectivos como realidad condicionante de la verdadera realización de los intereses individuales

Por eso, como ya he sostenido en el artículo del jueves pasado, es un error la contraposición de la sociedad al individuo, y viceversa a la que inducen las ideologías colectivistas e individualistas. 

Sociedad e individuo son realidades consustanciales debido a que, por su misma naturaleza, la persona solo se puede realizar plenamente con los otros -y en función de los otros- y no en función de sí misma como quieren creer y hacer creer los individualistas.

El individualismo, como desorden de la percepción de la individualidad, implica la actitud solitaria y de quien no es parte de más nada que de sí mismo. 

Ello puede explicarse desde un punto de vista del desorden de las pasiones típicamente humanas; pero desde un ángulo racional es una antinomia inexplicable e insostenible, por cuanto es imposible que un ser racional pueda desplegar con plenitud su naturaleza racional dentro de los límites de su exclusiva individualidad.  

Esta reflexión, acerca de la cualidad condicionante de los intereses colectivosrespeto a los individuales, no es -para nada- ajena a la constatación cotidiana y en medio de las cosas que más nos importan. 

Así podemos distinguir la coexistencia de los intereses colectivos y de los intereses individuales tanto, desde el ámbito de una relación muy personal -sea de noviazgo o sea matrimonial-, como hasta en el ámbito de un condominio.

En una relación muy personal entre dos personas coexisten los muy legítimos inveteres individuales de cada uno, y los intereses colectivos o comunes a ambos. 

Pero en el ámbito de esa relación o comunidad mínima, de manera inevitable, los intereses más personales e individuales de cada quien nunca se podrán desplegar ni realizar con plenitud, a menos que previamente tengan vigor y plenitud los intereses comunes propios de esa relación.

De igual modo, en el ámbito de una comunidad cuyas viviendas están sujetas al régimen de propiedad horizontal (condominio), todos tienen sus muy legítimos intereses individuales en función de su propiedad individual o particular, y en función de su vida dentro de la misma. 

Cada propietario es, en su propia vivienda el amo indiscutido y el beneficiario exclusivo de todo cuanto tenga que ver con esa vivienda. Pero, a pesar de ello, el despliegue y realización plena esos intereses individuales relativos a su vivienda no dependerán exclusivamente de él mismo ni tampoco de su propiedad por sí sola. 

¿Por qué? Pues, porque su piso es el techo del apartamento de abajo; su techo, el piso del de arriba; su pared, también la del vecino; etc.

Es decir; existe todo un conjunto o sistema de realidades que no son inherentes al ámbito de nuestros intereses individuales que, si no son conservados en buen estado o si dejan de existir, aquello que es objeto de nuestros intereses individuales se debilitará, se depreciará y, finalmente, se vendrá abajo.

De tal manera podemos constatar que la realidad de los bienes comunes, que implican la existencia de intereses colectivos, tiene una auténtica cualidad condicionante para el despliegue y realización plena de nuestros más queridos y más legítimos intereses individuales. 

Y así ocurre con eso que llamamos sociedad o vida en sociedad; razón de ser de la ciudadanía y de la civilidad.

Es algo inexorable para todos. Y sólo lo comprenderemos correctamente en tanto percibamos a los intereses colectivos como una dimensión que forma parte de nuestra propia persona, y de la cual brota -naturalmente y sin necesidad de convenciones ni pactos- la realidad de un auténtico sistema de intereses colectivos que condiciona la plena realización de nuestros más queridos e indiscutidamente legítimos intereses individuales.

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