EL CAMPO VENEZOLANO



"SI EL CAMPO CRECE, TODO EL PAIS CRECE, SI AL CAMPO LE VA BIEN, A TODA VENEZUELA LE VA BIEN"

30 jul 2014

Cada quince días llega a los abastos de Barquisimeto la harina de maíz


Richard Alexander Lameda  El Impulso

La mayoría de los venezolanos está acostumbrado a desayunarse con una arepa.
Esta tradición, arraigada en la familia local ha sufrido abruptas interrupciones en la mesa, en perjuicio de la dieta diaria.
El hecho de que no se consiga harina en el mercado, un producto básico para la preparación de este alimento, ha significado el peor castigo de los últimos tiempos en el país.
El menú preferido de los niños antes de irse a clases, o cuando están en los planteles educativos era una arepa rellena con queso, jamón, jamón de pavo o queso amarillo.
Además, no es menos significativo reconocer que la madre impregna el amor como ingrediente principal a la arepa, en un sublime gesto que une a la familia, pero también siente orgullo cada vez que su hijo la lleva en la lonchera para merendar en el parque, durante el llamado recreo escolar o al salir de viaje.
Estos y otros ejemplos se vivían a diario en la Venezuela abastecida de alimentos, ambiente favorable que le daba oportunidades a las personas para que escogieran marcas, se decidieran por cantidades en gramos y mililitros sin ningunas limitaciones.
Ahora, las amas de casa salen a los mercados en un estado de tensión porque no saben qué comida conseguirán en los anaqueles y qué cantidades les venderán.
Peor a este escenario es el sometimiento de las colas frente a abastos asiáticos, cadenas de supermercados y farmacias, las cuales ya no son exclusivas de Mercal ni Pdval.
El diario EL IMPULSO recorrió la tarde de este martes varios supermercados en la ciudad y constató que la harina en algunos de estos establecimientos es suministrada por los distribuidores una vez por semana, en el caso de la harina Doña Emilia.
En el caso de la harina PAN se las traen una vez cada quince días, por lo que se ha vuelto muy codiciada.
Esta situación mantiene a las familias todos los días y a muy tempranas horas de la mañana a las puertas de los abastos preguntando si llegará la harina, y de haberla en existencia las venden en cantidades restringidas.

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