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23 oct 2013

Fausto Miranda: Venezuela se ha quedado atrás en el uso de la biotecnología

María Beatriz Parilli    Ultima Hora Digital

Como una injusticia contra el agricultor, es considerada por el exdirector del Servicio Nacional de Semillas (Senasem), Fausto Miranda, la prohibición del uso de transgénicos en la producción de alimentos, según lo establece la Ley de Semillas que se prepara a discutir el Parlamento venezolano.

Evitar la posible entrada de alimentos transgénicos, es uno de los propósitos en los cuales se basa la Asamblea Nacional (AN), argumentando que ese tipo de materiales genéticamente modificables más que mejorar la seguridad alimentaria, la colocan gravemente en riesgo, debido al impacto que tendrían sobre la salud, en la aparición de enfermedades como el cáncer y las malformaciones.

El ministro de Agricultura y Tierras (MAT), Yván Gil, también ha fijado una posición de rechazo al uso de transgénicos en la actividad agrícola por sus consecuencias en la salud y el ambiente. Sin embargo, aclaró que la prohibición de estos materiales es regulada en la Ley de Gestión de la Biodiversidad y no en la Ley de Semillas que más bien se centraría en promover la producción nacional de simientes.

En cualquiera de los casos, el investigador y también profesor de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela (UCV), no entiende la actitud contraria al uso de transgénicos por parte del Gobierno y de los proponentes de la Ley de Semillas, cuya posición “es muy empírica y sesgada, atribuyéndose una verdad absoluta”.

Al especialista, al igual que lo han manifestado algunos dirigentes agrícolas, le parece contradictorio que el Ejecutivo se oponga a la utilización de materiales genéticamente modificables, cuando permite su consumo a través de los alimentos o productos terminados que importa constantemente para cubrir el déficit interno.

Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y hasta Colombia, son parte de los países en los que se ha extendido el uso de transgénicos, según señaló Miranda, quien precisó que en los últimos 15 años el crecimiento mundial de esta biotecnología ha sido el más sorprendente en la historia agrícola. 

“De los líderes en número de hectáreas sembradas con transgénicos, Latinoamérica sobrepasa a Estados Unidos y Canadá”, afirmó el exdirector del Senasem, haciendo notar que en el ambiente del Mercado Común del Sur (Mercosur) lo que predomina son este tipo de materiales, con los cuales los países socios de Venezuela han logrado incrementar su productividad.

Gran debate


Para Miranda, no se justifica que en tiempos de crisis en la producción nacional de alimentos, no se les permita a los agricultores elevar la productividad de los rubros que cultivan, sino que se les obligue a depender de híbridos que no son competitivos, tanto por el sector público como privado.

“Los rendimientos de las semillas, como por ejemplo la de maíz, aunque no son malos no dan para cubrir los costos, por lo que se hace urgente conseguir nuevas tecnologías que aumenten la productividad y reduzcan los gastos”, enfatizó.

El profesor de la UCV sostuvo que como cualquier otro producto, el uso de los transgénicos es riesgoso pero está controlado si se siguen ciertas medidas y se aplican correctamente. “Es como el herbicida, si lo aplicas mal quemas la planta y te intoxicas, pero si lo haces bien es beneficioso para el cultivo”, apuntó.

En el tema de los transgénicos, Miranda considera que se debe llamar a un gran debate en el que se interponga la razón y no los intereses políticos, mediante la inclusión de funcionarios, agricultores, investigadores y hasta especialistas de las instituciones universitarias, con el fin de unificar criterios, determinar si se puede o no usar los transgénicos y no limitar la oferta tecnológica en el sector primario nacional.

Desmantelados


Otro aspecto de la Ley de Semillas que el exdirector del Senasem ve con recelo, es la intención de promover la producción de híbridos, dado a que “actualmente el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) y otros programas de investigación públicos, están desmantelados por la actual visión de sus directivos, mientras que las casas universitarias que también pudieran realizar su aporte, están arruinadas porque los presupuestos no les dan para ese tipo de trabajo”.

A su juicio, es discriminatorio que en el país se permita la importación de alimentos producidos con biotecnología, mientras que a los agricultores se les prohíbe utilizarla, aunque “dentro del ambiente agrícola se sabe hay quienes importan ilegalmente las semillas transgénicas de maíz y soya, pasándolas tranquilamente por la frontera”.

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